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YuiK1533361 · 26-30, F
Si lo olvidas tampoco importa tanto. Después de todo comerás y te irás de mi casa ¿No? Y si somos afortunados, no nos volveremos a ver en la vida. - Le dedicó una mirada de soslayo alzando una de las cejas dándolo por hecho, aunque el destello de sus ojos mostraba que ansiaba aclarar esa duda. Podía contar con su propia voluntad de no volverlo a ver, mas no estaba segura aún del contrario. - Es decir, primero que todo no sé por qué llegaste hasta mi casa. ¿Vagas sin rumbo? deberías estar entrenando para matar a tu verdugo y conquistar el mundo, destruirlo tal y como quieres hacer. - Exponía la propia lógica al hombre que se encontraba a algunos metros, dando otra calada profunda a su tabaco. - Pero en realidad es cosa tuya, tú verás lo que haces con tu vida. A mí no me importa.
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Asintió cuando ella le dijo que debía esperar porque la comida estuviera lista, cerró su libro con suavidad guardando este de nuevo se levanto de su lugar caminando hacia la cocina de donde escuchaba la voz de la fémina, allí escucho algo más, al parecer era su nombre –Yui-san –dijo como si nada intentando memorizar aquel nombre en su cabeza en espera de no olvidarlo nunca, ya que a veces no solía recordar las cosas con mucha facilidad, debes en cuando, se tomaba el atrevimiento de dormir por un largo tiempo, intentando olvidar la vida vacía que llevaba, miro a la mujer beber y fumar, estaba aprendiendo algo nuevo, miro sus cabellos con detenimiento luego su rostro, quería memorizar todos los rasgos de la persona que le había enfrentado sin miedo alguno –Katai Yui…. Recordaré tú nombre
YuiK1533361 · 26-30, F
Ahora debes esperar unos minutos a que se cocine, y estará lista. - Aclaró, regulando el fuego. Posteriormente fue con cuidado al jardín donde se encontraba leyendo antes a buscar sus cigarrillos, devolviéndose al interior de la casa para poder disfrutar del tabaco en conjunto con un vaso de whisky en las rocas recién servido, tomando asiento en un banquillo alto junto al mesón de la cocina. La debilidad por la falta de sangre causaba estragos leves, incomodidades en la muchacha, pero ésta no se dejaba vencer. Permaneció allí, silente, fijando su mirada en la ventana en un afán contemplativo mientras fumaba su cigarrillo sabor limón, combinándolo con la sazón maderosa del alcohol, tratando de borrar el malestar con el placer de aquellos dos vicios. Tras otro par de minutos en silencio, suscitó. - Katai Yui.
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¿Pizza? La probaré nunca eh comido de eso –comento desde aquella sala, manteniéndose quieto en su lugar sin moverse mirando varias cosas que ni él conocía, realmente nada de ello conocía, una aparato grande el cual le producía cierta curiosidad, y otros aparatos que realmente no sabía ni siquiera como se llamaban, se mantuvo quieto sacando el libro END entre sus ropas, abriendo el mismo para poder leerlo con atención incluso el había olvidado la magia que había escrito en este, tanto poder oscuro escrito en cada hoja, debes en cuando se preguntaba si debía usarla o probarla en algo, pero prefería no hacerlo, por el momento.
YuiK1533361 · 26-30, F
Espero que te guste la pizza, si no, ya sabes por donde puedes metértela.
YuiK1533361 · 26-30, F
- Tuvo que tomarse treinta minutos para poder recuperar algo de fuerzas y luego ducharse vestirse debidamente. La blusa blanca, una de sus favoritas, estaba rota mas eso no parecía importarle en lo absoluto. Se enguantó la silueta con una blusa roja, y se cambió los jeans por otros negros, debido a que las gotas de sangre habían manchado la tela. Tanteando las paredes finalmente volvió a la cocina, con muebles decorados al estilo americano junto a la sala, llevando el cabello empapado, peinado y pegado a las mejillas. De allí sacó masa, queso, tomate, jamón y otros ingredientes, comenzando a ordenarlos lentamente, en silencio. No obstante, pese a su cansancio, no había rastro alguno de los recuerdos que la atormentaban y ni siquiera pudo percatarse de cuándo habían desaparecido. Dicho tema por ahora, no ocupaba un lugar en sus pensamientos. Cuando estaba poniendo la pizza en el horno, aludió. -
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La escucho detenidamente, sin pensarlo demasiado se alejó unos cuantos centímetros mirándola, el tenía que responder rápidamente, solo inclino levemente su cabeza hacia la dama –Discúlpame que rechace tú invitación, no bebo ni fumo, pero tal vez puedo acompañarte con algo de comer –Eso le servía mucho más, debes en cuando necesitaba llenar su estomago no ganaba nada con mantenerse sin comer si lo único que lograría sería debilitarse y no era la idea, tampoco quería ser una carga para aquella persona que le estaba dando un poco de su atención, camino hasta la puerta donde poso su mano en la misma –Saldré para que puedas vestirte, esperaré abajo –dijo tranquilo cerrando la puerta detrás de sí, para caminar por el pasillo con dirección al primer piso, al llegar abajo solo tomo asiento en aquel sofá.
YuiK1533361 · 26-30, F
- Ya creía sentirse mejor y su orgullo no le permitía quedarse quieta. Al momento de intentar levantarse en su ahínco por parecer fuerte, un mareo la gobernó, obligándola a mantenerse tendida y cambiar su postura de lado en la cama, alcanzando con las yemas de sus dedos a palpar la cicatriz fresca que ha quedado en su hombro, y posteriormente a cubrir gran parte de su torso con la tela rasgada. - Ya has dejado la huella que buscaba... has tenido una vida de mierda demo, arigato. Sin quererlo me ayudaste, Zeref-san. - Trataba de salir de su lapsus de aletargamiento parpadeando muchas veces, queriendo retomar la nitidez de su vista. - Si me recupero, te debo un vaso de whisky y un cigarrillo. - Para esto último utilizó un tono más suave, menos agresivo. Aunque odiaba sentirse en deuda, no podía negar su agradecimiento en un tema tan importante para ella como lo era su motor de vida: sus investigaciones. -
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Eh vivido en soledad 400 años, fui maldecido por revivir a mi hermano, eh vagado solo durante mucho tiempo, cuando pude amar y comprender el valor de la vida, solo pude perder a esa persona por causa de no poder controlar mis poderes, las personas me buscan con un solo objetivo, usarme o asesinarme, tengo un verdugo que no puede matarme aún, y por primera vez después de 400 años conocí a una persona que no escapa de mi al escuchar mi nombre, me has enfrentado y eso ah despertado mi curiosidad, calmaré el dolor de tus heridas y la de tus pensamientos, te has ganado el respeto que nunca nadie ah podido obtener de mi –respondió notando como la herida interna ya cerraba, luego la piel de afuera comenzaba a sanar de a poco, aunque la cicatriz quedaría allí, eso era lo único que él no podía curar, lamentablemente su magia no podía hacer más que eso.
YuiK1533361 · 26-30, F
- Al momento en el que fue cargada y llevada hacia su habitación en el interior de la casa no pudo protestar o negarse. Se sentía como en la peor de las borracheras que nunca tuvo, incapaz de articular palabra alguna. Luego todo lo que pudo sentir con los ojos entreabiertos fue el sonido de la tela al rasgarse y una cálida sensación que comenzó a invadir la zona de su hombro, mermando el dolor, y luego extendiéndose físicamente hasta la zona derecha de su cabeza, acompañando esa tibieza con una extraña sensación de calma. Y aunque hubiese intentado moverse no podía hacerlo, pues tanto la paz, como la debilidad se habían confabulado para dejarla totalmente inútil. La silueta borrosa del rostro de Zeref estaba en frente, a quien observaba con notoria confusión. Sólo allí intentó decir algo. - ¿Por... qué?

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