Desde muy pequeño, conoció lo que era la soledad pero al menos se entretenía viendo los diversos destinos de los seres vivos, era raro que algo llamara su atención. Pero esa tarde en lo más profundo de la cueva donde habitaba, se quedo observando cientos de vidas, las que poco a poco se iban archivando en las hojas de su gran archivo. Era un día tan normal... además quien podría encontrarlo en aquellos dominios donde el tiempo y las dimensiones se cruzan.
- Los humanos... siempre con sus conflictos, gracias a ellos tengo que ver que hilos cortar, tantos destinos arrancados de raíz por tontas disputas ideologicas.
Dejo la taza de té en la mesa para indicar con su mano una dirección.
- Ven conmigo, estoy de buen humor asi que te mostraré algo que nadie conoce. Solo espero que puedas tolerar verlo.
Camino hasta una de las paredes de la cueva, y con un suave toque esa pared se desvanecio, como si fuera una simple ilusión, le hizo indicaciones con las manos para que ingresaran, revelando una especie de dimensión colorida, donde muchos caminos estelares se entrelazaban formando hermosas auroras repletas de estrellas.
- Este es el salon de las dimensiones, cuando estoy aburrido vengo aquí. En este lugar el tiempo y las dimensiones se unen en diversos puntos, creando la causalidad misma, aunque en este lugar, toda la verdad se revela.
