— Q-quédate quieta... joder— Trastrabilló muy nervioso, tanto que sintió que estaba sudando un mar pero no era cierto, todo estaba en su desordenada mente, así apegó a la maga contra su férreo pecho y la refugió entre sus brazos.
Retuvo el aire cuando escuchó los pasos tras su espalda y apretó ese pequeño cuerpecillo implorando que no los vieran, todo fue tan denso hasta que los pasos se escucharon nuevamente lejos y ahora ya no quería apartarse de ella.