Se quedó inmóvil tras ese regaño, reprimiendo todo sonido que de su boca pudiera salir. Ahora sólo mantenía la mirada baja y las mejillas encendidas, apabullada por semejante sensación. Sólo alzó el rostro cuando él le llamó, mirándole esquiva, sin poder sostenerle la mirada plenamente— Estás... Muy cerca —dijo con la voz baja, debatiéndose. Pronto se escuchó la voz de alguien llamándola ¡Estaban buscándola! Y seguro que era por el asunto de los magos. Por ello, se ocultó en él, encogiéndose sobre los pectorales del espadachín— ¡Aquí vienen! Cubreme, cubreme. —pidió un tanto ansiosa, por dicha la persona que le buscaba pasaría de largo la columna donde se ocultaban.