—No estoy ebria, sólo... Quiero quedarme aquí. —el licor de Heliohapt le había caído pesado, y es que en si, de beber no sabía demasiado; mas esa noche era especial, era la primera tras su elección de permanecer a su lado, debía celebrar, estaba feliz después de tanto.
Rió bajito ¿Desde cuándo Sharrkan adoptaba esa postura tan responsable y hasta protectora con ella? Habían cambiado... Era tan evidente como el calor aglomerándose en sus mejillas, tiñendolas de carmín ante el efecto etílico en su cuerpo. Ahí, suspiró contra la morena piel del cuello ajeno, rodeándolo con sus manos por completo.— No... En verdad quiero quedarme aquí. —dijo con la voz tan suave, que incluso para ella misma era nuevo. Sentirlo, poder estar tan cerca suyo era tan agradable que siquiera deseó abrir los ojos, si era un sueño, quería que fuera para siempre y de ser real, lo atesoraría como el día en que su alma podía estar por fin completa.
Tanto tiempo, tanta espera, tantas noches en vela sin la compañía de su adorada Yamuraiha. Desde que abandonó Sindria jamás había detenido sus pensamientos en la responsabilidad que asumiría al regresar a su tierra natal y más qué eso...era ese beneficio de poder ver a la maga cada día así fuese de lejos para luego provocarle y hacerle rabiar. Sin saber en el fondo o más bien sin aceptarlo del todo el hecho de estar perdidamente enamorado de ella. — Sí, estás ebria y te llevaré ahora mismo a tu habitación — Sintió el ardor en sus mejillas; febril y apacible pues sujetarla en sus brazos tan indefensa...aceleraba el ritmo cardiaco del espadachín.
