Sus ojos permanecían abiertos de par en par, fijos a los verdes del moreno como si quisiera verse en su reflejo y es que, ese momento le resultó tan dulce que tuvo que desviarla a un lado en tanto el sonrojo también se apoderaba de su rostro– Yo... Sharrkan, yo siempre he creído que en el agua podía encontrar toda la paz que necesitaba, bastaba con sentirla bajo mis pies para saber a donde pertenecía, pero... –pasó saliva, siquiera estaba ordenando del todo sus ideas, sólo hablaba desde el alma– Hallé mi lugar en tus brazos.–tuvo que respirar hondo, sólo para sonreír, se había sentido tan bien ser tan sincera en ese momento que ya poco le importó la pena.