— ¡O-Oye! Espera... ¿Cuándo fue qué creciste tanto? — Ya no eran los niños de antes donde ella le superaba en tamaño y muchas veces en carácter, ahora... Todo era diferente.
— Esa en la que tú nunca entrarías porque claramente se requiere de una inteligencia mayor para lograrlo. —siguió, y hasta se pavoneó frente a él, alzando el rostro con orgullo; aunque pronto se mostró ceñuda, mirándolo fijamente— Algún día necesitarás de mi ayuda y agradecerás que haya trabajado más en mi mente que en mi fuerza... ¡Tonto! —reconocía que como espadachín era de los mejores, que era increíblemente fuerte y que su habilidad en batalla era envidiable, ella no sabía empuñar bien una espada siquiera. Ahora estaba un poco ofendida y por ello se giró para darle la espalda y marcharse a zancadas— ¡GRANDISIMO TONTO! —afirmó, por si no era claro ya.