Los colores se le subieron al rostro, con tal intensidad que seguro serían visibles desde el cielo, aquello le dejó sin habla, y es que, por más que quisiera decir algo, cada que sus labios se movían sentía como si el corazón se le fuera a salir apenas los abriera un poco.
Finalmente, se llevó ambas manos a las mejillas, miró en todas direcciones, la gente transitando volteó a ver la escena por el tremendo grito del espadachín.

— ¡S-SHARRKAN! —Fue lo primero que se le ocurrió gritar; flexionó las rodillas y en un parpadeo ya se había lanzado encima del moreno con fuerza y sin cuidado alguno, tanto así que en medio de la emoción hasta lo golpeó en la cabeza con su bastón, mas eso no evitó que se abrazara a él por el cuello. — ¡Eres un tonto! —Dijo con molestia, irritada. Pese a ello se aferró a él con tanto cariño que incluso sintió escalofríos por ello.— Pero no quiero que dejes de serlo, nunca... Nunca ¿Oíste bien? Porqué así me enamoré de ti.