Frunció más las cejas cuando notó que no la miraba y perdía la vista en otro punto; estuvo a punto de golpearlo de no ser por lo que él decía después. Fue ahí que las mejillas se le encendieron aún más, abrió los labios como si quisiera decir algo pero sólo balbuceó cualquier tipo de maldición inentendible. — Pero lo hice por ti... Tonto. —Terminó por decir aquello, tomándole del brazo ahora con ambas manos, como si quisiera acercarlo a ella.— P-Pensé que iba a gustarte, no me importan los demás, Sharrkan. —Terminó por alzar la mano del espadachín para llevarla a su propia mejilla propiciando una caricia que necesitaba en ese momento.— Tampoco deberían importarte a ti, porqué sólo me importas tú, idiota. —Dijo con cierta dificultad, y aunque bien era cierto, apenas comenzaban con esa clase de relación por lo cual aún era nuevo para ella.
Evadió su mirada hacía la ajena, no podía con eso de regalarle alguna mirada, entonces cerró los ojos y se rascó la nuca suavemente, pretendiendo observar el horizonte como sí eso fuese lo más interesante del mundo.
— Estas mostrando mucho...eso es lo malo—
Susurró y levantó la vista hacía ella, tenía esas mejillas acarameladas encendidas en un rojo vivo a ese gesto le acompañó esos ojos verdes llenos de recelo. Y sí es que el Príncipe era bastante posesivo y ahora más cuando empezaba una bella relación con la maga.
— ¿Qué tiene de malo? —Se quedó sorprendida por la reacción del espadachín, mirándose a si misma su rostro enrojeció, frunciendo las cejas con molestia.— ¡M-Me cambié las conchas para que fuera menos llamativo y tú te pones así! —Se acerca hasta él para halar de su brazo, mirándolo fijamente.— Ara... Ya entiendo, te pone nervioso ¿Eh? Mírame, tienes que hacerlo. —Demandó, tirando más de su brazo.
