No se necesitaba ser un genio para entender que debía parar, los cariños cesaron pero aun sostendría en brazos a la pequeña zorrita rosada. Le parecía un tono tan inusual en esa especie ojala su hermana pudiese verla.

-Disfruta de las atenciones, pero pronto se cansa de tanta caricia, así que coloca su pequeña y letal patita con olor a cheeto y cerezo sobre la mejilla del hombre que la carga, haciendo un ruido adorable con afán de que pare.-

Por muy serio que se vea no puede evitar cargar a un ser tan esponjoso incluso ya le está proporcionando una buena dosis de caricias en esa cabecita.

-Con su patita se frota el cashete, como si fuese una criaturita inocente cuando en realidad es capaz de vender a cualquiera por un grano de arroz. O por su Diosa.- ~

—Le admira mientras se aguanta las ganas de sobar las orejitas.— 👀