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YaeMiko · 31-35, F
Al escuchar aquélla voz que su paz perturbó, agitó la mano en un ademán grácil para obligar al ave a volar lejos de ella, evitando su fatídico destino, a lo que la Kitsune soltó un suspiro suave, mirando como se alejaba aleteando hacia el hermoso cielo de Inazuma hasta perderse en el horizonte. Solo entonces, se dibujó una sonrisa en sus labios, y parsimoniosa se giró hacia ese hombre que movía las piezas de la política de la región. No era algo que le interesara especialmente, y sin embargo, le causaba cierta curiosidad descubrir lo que había detrás de esa máscara solemne.

—Ah... ni siquiera me di cuenta que mi paseo se extendió tanto. El templo puede ser un tanto monótono.— Aquélla respuesta escueta fue lo único que él obtuvo de la sacerdotisa. —Me alegra ver que he encontrado a un guía. Esta no es una zona que visite a menudo.— Y ahí estaba, como siempre la poderosa Guuji, 'invitando' a los humanos a hacer su voluntad.
[center]— Se le nota contemplativa esta tarde, Lady Guuji. — Susurró una voz calma y serena, al aparecer en los campos por entre los árboles de cerezo, sus pasos quietos y silenciosos como los de una sombra, lo que parecía ser en algunas ocasiones. — ¿Simplemente un paseo por los campos cercanos a la hacienda Kamisato? ¿O es a caso que algo le perturba? — Añadió el varón con esa serena y sedosa vocalización, mientras se posaba al lado de ella con los brazos cruzados bajo las mangas de su kimono, ofreciéndole una sonrisa suave, asintiendo hacia ella con respeto. Sin duda respetaba los haceres de la Miko, ella era la que mantenía a la Shogun tranquila, y a raya en ocasiones, mientras él desde las sombras junto con su hermana y los otros personajes esenciales de Inazuma se encargaban de traer estabilidad al pueblo. Observó hacia el horizonte pensativo, esperando su respuesta.

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