─ ¡Archer, suficiente! ─ Demandó la Consorte como si estuviese molesta, pero su rostro la evidenciaba de sobremanera. Sí, eso le avergonzaba. Era lo terrible de ser un libro abierto en cuanto emociones que le invadían, ya fuera su mirada o su cara completa era todo lo que la colocaba en invidencia.
─¿E-Eh? ¡¿Pero por qué harías cosa tal?! No es algo que necesite de manera exagerada. ─ Sorprendida por el gesto, suspiró y se tranquilizó girando su cuello para no verle de forma directa. ─ N-No tienes que hacer eso, Archer aunque... gracias de todas formas. Voy a considerar... alguna vez.
─ ¿Será que alguien está avergonzada de que otra persona le limpie o esté pendiente de ella? ─ El ladrón parecía de lo más entretenido con la reacción de la muchacha, y no se le notaba atisbo alguno de temor o preocupación. Cuando una pequeña idea cruzó su mente, su sonrisa se ensanchó, y en el acto ladeó un poco la cabeza hasta exponer el costado de su cuello. ─ Aunque si quieres volver a sentir el espesor de la sangre, te puedo ofrecer un poco de la mía.
─ El espesor de la sangre es algo que me gusta sentir. Un gusto el cual no explicare. Aunque, agradezco lo que hiciste, no vuelvas a hacerlo más. ¡E-Es extraño! ─ Sentenció la mujer de Yu. No porque en realidad le molestará, sino que en tanto tiempo, ni su más allegado había hecho algo así y tampoco lo permitía. Era algo desconocido y su respuesta claro que sería no verse débil ante nadie, aunque el fuera un claro ejemplo de que, le agradaba. Y estaba cambiando ahora que era más "abierta " a los integrantes de Chaldea.
— Porque tus labios estaban manchados. — Contestó con sencillez, sin requerir de un motivo demasiado elaborado o profundo para justificar su actuar. No parecía importarle que su capa ahora estuviese teñida con ese tan conocido carmín. Tan solo le obsequió a la joven una sonrisa. — Una dama se limpia los labios luego de comer, ¿no?
Elevó su rubíes hasta el pelirrojo. Cierto era que después de ser un verdadero ancestro, ya no necesitaría más sangre que consumir. Aunque, antes siquiera tocar el tema, él la hizo olvidar y dudar de que decir por lo que lo primero que dijo fue; ─ ¿Qué, por qué haces... eso? ─ Frunce su entrecejo tratando de ocultar su faz de sorpresa.
