Atendió al llamado de su novia uniendo sus labios con los de ella en un beso apasionado en la que su lengua buscaba incursionar para encontrarse con la otra y jugar, enredándose e intercambiando salivita. Un beso fogoso que acompañaba el tacto de sus dedos, amasaban sus pechos y jugaban con sus pezones como si pareciera ordeñarla.

Pegó su cadera a las nalgas ajenas para que sintiera lo que ella le provocaba y lo frotaba con descaro.

Su respiración ya comenzaba agitarse, soltando suaves jadeos. — Ah~ Kazuma...— volteó su rostro hacia él, buscando sus labios.

Adoraba esa dulce melodía de su voz y lo animaba más a continuar. Sus dedos "bailaban" en cada masaje, en cada jugueteo a sus pezoncitos, tiraba de ellos con la suficiente fuerza para hacerla sentir bien, también los estimulaba frotándolos en pequeños circulitos y presionándolos un poco como si fueran un timbre.

Se arqueo ofreciéndose más a él, mientras soltaba suaves gemidos. Su cuerpo reaccionaba a cada caricia. — Mhm...— gimió gustosa como respuesta, al escuchar sus palabras.

Sus manos amasaban cariñosamente sus montañas, no era brusco más bien atento. Lo hacía como si estuviera dándole un masaje, pero al mismo tiempo estimulándola cuando empezó a tocar sus botoncitos.

—Mi gatita.~

Se estremeció por completo al sentir sus manos en sus pechos, soltando un suave gemido. — Kazuma...~ —

—Eso es lo que he escuchado por allí. —

La miró fijamente junto a una sonrisita; le dio un pequeño y cariñoso beso en ss labios, al mismo tiempo sus dedos empezaron un lento recorrido entre caricias por todo su vientre, delineando cada centímetro, subiendo hasta escabullirse por debajo de las copas de su sostén empezando a darle suaves masajes.

—Te quiero mucho Yui...~ — Susurró a su oído.

Su corazón retumbo acelerado en su pecho al sentirlo cerca de ella, provocando escalofríos en la joven. — ¿Eso dicen? Quizás deberíamos...— Le susurro, al mismo tiempo que volteaba su rostro para mirarlo.

—Mi novia es la chica más dulce y hermosa de la existencia ¿Por qué habría de mentir? — Sonrió.

Se acercó por detrás y la abrazó; rodeó con sus brazos la cintura ajena. Aprovechó la cercanía para susurrarle.

—Aunque dicen por ahí que si tu pareja te las masajea crecen más ¿Deberíamos probar esa teoría?

Su rostro enrojeció por sus palabras. — ¿E-Eso crees? — Preguntó con modestia.