Perfección, era una palabra que encajaba de forma adecuada con la situación, y pensar que fue su propia provocación aquello que ocasionó tal resultado aplificaba esa sensación: la de disfrutar en esos instantes una compañía más atractiva como interesante que cualquier otra.

Agradecía la poca distancia, el escucharla acelera los latidos, pero provoca una tenue risa. Yura no se aparta, por el contrario, invadió esos exquisitos y preciosos labios con pequeños y tenues besos, un tacto más cariñoso ante todo el gusto que tal mujer provoca a sus sentidos.

━ ¿Crees que sea bueno, o malo? ¿Poco, o suficiente? He usado cada carta que tenia presente para atraerte, y veo que pude conseguirlo. Debo admitir que tienes algo, como si fuera un hechizo, que me a dejado encantada.

Qué cálida se sentía, también gracias a esas manos que le recorrían con suavidad. Un escenario perfecto, donde besaba a Yura aún como una amante devota por un período de tiempo que desconocía.

La albina no se detuvo a pensar hasta que, posando sus manos en la cintura marcada de la mujer, apartó sin prisa los labios. Lento, por si ella quería mantener el beso pero haciéndole notar que quería decir algo.

— No me haz hecho nada malo, pero tu presencia es abrumadora. ¿Cómo explicarlo? Nublas mi juicio, y se siente mejor de lo esperado...

¿Cuánto tiempo habrá pasado? Se ha perdido en los suaves pero tan dulces labios que tiene esa mujer, algo que la volvían casi igual a una necesidad, que si por Yura fuera, no buscaría sangre si esos perfectos labios poseyera.

Las caricias hacen estremecer su piel, el suave calor que puede emanar entre más esos dedos pudieran tocar, que se complementa perfectamente con esa nula distancia que ahora tenían.
Sus manos no quedarían atrás, arriba y abajo, cadera como espalda baja eran bordeados con su tacto, permitiéndole saber que incluso la figura opuesta era igual de majestuosa.

Los labios de Yura poseían algo especial que los hacía adictivos. Quizá solamente era su innegable atractivo, pero Vera justificaba su necesidad de besarla más, lento pero sin detenerse.

No le hablaba, prefería deleitarse con su boca un poco más. Y que la mujer estuviera con menos tela cubriéndole el cuerpo fue motivador, ya que ahora la albina podía tocarla en caricias por su espalda.
De abajo hacia arriba, apegándose a ella a su vez, hasta insinuar su vientre plano contra el cuerpo de la mayor.

Ha jugado la gran mayoría de sus cartas para seducir a esa única mujer, ¿el problema? Es que en el proceso ella misma quedó cautivada con su presencia, inevitablemente deseó mucho más, pues la sonrisa no se hizo tardar cuando ha aceptado avanzar.

━ Solo te doy algo adecuado. Merece mucho la pena estar junto a tan agradable mujer como lo eres tú... ~


Ahora, una ve más, puede perderse en el sabor de esos labios al entrar en contacto con los propios, la señal de que no debía entonces contener ningún sentir que pudiera obtener.
Un breve movimiento de sus brazos para que, ese suéter que cubría su piel fuere despojado de su cuerpo, cayendo sin cuidado sobre el suelo, todo para que cada mano pudiera quedar en la cadera de Vera, aferrando su agarre, disfrutando del beso que ha llegado.

Ese toque de sus dedos causa un agradable estremecimiento que incluso, le hace suspirar. Finalmente Vera sonríe y da paso a que su propia mano se pose en la espalda baja de esa magnética dama.

— Me estás ofreciendo algo que cualquier otro en tu posición, podría considerar riesgoso... Bien.~

Al final tenía razón su instinto, ella era diferente. Si estaba ofreciéndole proceder quitándose sus propios amarres, no podía contenerse.
Volvió a atacarle con la delicadeza de un beso más pronunciado que el anterior, hasta pasional podría decirse si alguien pudiera verlas mientras la jóven le obsequiaba sus labios.

Una delicia, maravillosa exquisitez la que puede tener en su paladar solo con ese suave y sereno probar, algo que le guiaba a querer más, era un dulce que no quería dejar, ¿qué tipo de mujer debía ser para poseer un sabor que genera adicción solo con un breve roce? Sintió una eternidad pese a que ese beso no durase tan siquiera minutos en ello.

━ Hay momentos donde las reglas no valen nada. Acá y ahora no existen, solo estamos tú, y yo.

Así es como la diestra se eleva y, con cuidado las yemas de cada dedo delinean la tan suave mejilla de Vera desde el primer segundo. Ese aspecto suyo, igual a tallar una bella porcelana que desea conservar y cuidar.

En ese momento no daría paso a oír su voz interior diciéndole que tal vez, estaba cediendo demasiado. La boca de Yura daba inicio a una embriaguez lenta, agradable y cálida. La mujer de cabellos platinos está vulnerable, lo sabe. Sin embargo sus labios se mueven al ritmo de un beso que ambas deciden marcar, y así se mantiene por segundos que no cuenta.

— Las reglas son necesarias si queremos sobrevivir. ¿No lo piensas así?

Vera pregunta sin apartarse demasiado. En un instante de duda se quedó quieta, pero todavía observa el rostro de Yura como si se tratase de algo nuevo y llamativo.

¿Qué era eso? ¿Es que se deja llevar por el hilo del momento? ¿Es que había algo más? Quizá los gestos y respuestas hacían ver lo obvio desde hace mucho. Una risa nueva llega, imposible de contener, todo gracias a que, incluso, un pequeño gesto llevó a la situación más agradable que pudo imaginar.

━ En absoluto, solo te doy las oportunidades que necesitas, librarte de toda regla innecesaria e invitarte a ir más allá...

No hubo más que mencionar, no ahora, no en minutos, en esos instantes algo-. No, alguien, era más importante, y es tal mujer delante suyo. El beso es respondido, no hay motivo para negarse, para fundirse en la suavidad, en ese inusual pero adictivo sabor, impregnarse incluso de su aroma es lo que buscaba.

Yura es injusta.
Un pensamiento, justo al contener la respiración por el suave toque de los labios ajenos. Resultó más satisfactorio que en su imaginación y, la declaraba injusta porque ella sabría que requería más ahora.

— Estás siendo generosa conmigo, ¿eso piensas? Lo que quiero no será bueno para mi. Pienso demasiado...

Sonríe. La oportunidad estaba frente a sus ojos, y era una bella mujer alterando su respiración. Un beso pacífico, dulce, fue la respuesta de Vera cediendo un poco más.