Él y sólo él... Llena mi existencia de luz, de calidez. Sólo su voz es capaz de transmitirme tanta paz, hacerme sentir seguro, amado, deseado.
Agradezco a los dioses que le pusieran en mi camino, agradezco todo lo que pasó antes de conocerle, pues ello me llevó hacia él. Mi amado Toro, con la fuerza para cuidarme, pero la dulzura para amarme~
—Su rostro se hundió en el fornido pecho, disfrutando de su aroma natural, de ese fuerte cuerpo que lo enloquecía y de sus brazos rodeando si fina silueta, terminando por mirarlo, notando el sonrojo en su rostro. Sorprendido pero encantado, terminó llenando de suaves besos cada cm, desde la frente al mentón, pómulos y orejas.—
—¡. . .!— La sorpresa fue evidente cuando el dragón corrió a su encuentro, abrió por completo los ojos y dio un paso hacia atrás, en ese momento quiso ocultarse para que su amado no lo viera de aquella manera tan vergonzosa.
Cuando lo tuvo en sus brazos lo abrazo tan pronto sintió su cálido cuerpo, sonrió al ver esa hermosa sonrisa en él despejando toda pena menos aquel rojo en sus mejillas. —Mi amado dragón.—
—Pudo distinguir su presencia, girando a buscarlo con la mirada hasta dar con su silueta, sonriente mientras corría a su encuentro, abrazándolo al momento.—
Palabras que escuchó a la distancia con claridad, lograron que estas tiñeran con un color rojizo sus pómulos, enmudeciendolo al instante. Incluso él, siendo un toro agresivo cuando se le provocaba y fuerte era capas de mostrar ese rostro.
