—Como bien había dicho, no demoraron en llegar a una antigua residencia, oculta entre las montañas y los espesos bosques. A pesar de su antigüedad, se encontraba bien cuidada, incluso había zonas reconstruidas que se distinguían más "novedosas" que esenciales, un pequeño detalle de una de sus anteriores parejas. La lluvia había comenzado a caer lentamente y, aunque no le era problema el mojarse, guiaba a su invitado al interior para evitarlo.— Bienvenido a mi humilde hogar~
—Musitaba pues no quería entrometerse más, pero por su naturaleza y, sabiendo que jamás fue marcado por nadie, conocía bastante, ni que decir de su edad, era tan viejo como la tierra misma se podría decir.—
Por lo que sé, cuando un lazo no tiene el cuidado y la aceptación debida por ambas partes, se debilita al punto de romperse... Claro que eso implica para nosotros atentar contra nuestra salud pero...
—Aunque tampoco podía asegurar que con todos pasara lo mismo, realmente conocía muy pocos, por no decir que él era el primer omega que conocía fuera de sí mismo.—
