—A esas alturas, ya practicaba bastantes disciplinas del arte, la música y escritura más destacadas para ser sinceros, el canto poco, pero una que siempre le llamó la atención fue la danza y tenía siglos, si no es que milenios sin practicarla. Observó su estudio, estaba solo, por lo que sólo recorrió algunas cosas y tomó su abanico, acomodando cuidadosamente la seda en este. Poco a poco empezó con movimientos torpes, como si hiciera un recordatorio en su cabeza hasta que, finalmente, empezó a danzar conforme la música sonaba en su cabeza.—