—Había llegado la primavera y, con ella, un calor insoportable a su cuerpo. Ya hacía mucho desde la última vez que había sufrido de un celo, ni siquiera creyó volver a pasar por este luego de renacer pero estaba equivocado. Con el cuerpo quemando y la natural necesidad al ser un dragón, tuvo que buscar entre las montañas un manto de agua helado con tal de calmarse, entrando a este y suspirando.—