Sometidos bajo sus ordenes...

—Agregó, antes de mirar de reojo en busca del espejo, acercándose para poder tomarlo y acercarse a él de nuevo, extendiéndolo a su agarre.—

Antes de ser traído aquí, mi vida se mantenía en total libertad. Ir y venir a donde quisiera, en un amplio bosque, hace mis propias actividades, no seguir ordenes de alguien más.

—Respondió con suma calma, antes de observarlo fijamente, pensando que quizá no tenía nada que perder ya pero, sin estar acostumbrado, sin duda sería difícil volverse un sirviente nada más.—

Terminó de hacer su moño, un símbolo importante de su atuendo.

— Busca un espejo para calificar tu peinado, si lo hiciste bien desde ahora te encargarás de peinarme las mañanas e incluso vestirme... Pero si es un desastre te enviaré a otra actividad.—

Prefirió esperar pacientemente a que le facilitara el objeto que ordenó esperando eficacia y rapidez.

— No eres un perrito faldero, ellos tienen más libertad que un campesino foráneo.—

No será fácil la interacción entre ambos por los constantes roces que ambos provocan.

Yo no soy un juguete, menos un perrito faldero.
No juegue conmigo...

—Sentenció al final. No era amenaza, su tono era bastante relajado, sin embargo no iba a permitir ser rebajado a un entretenimiento tan tonto.
Al menos ahora, esa fiereza era por no tener nada que perder, por lo cual era directo, sincero, respetuoso hasta cierto punto.
Terminó de peinarlo, formando el peculiar chongo elevado que tanto le veía utilizar, acomodándolo lo mejor posible pues no estaba acostumbrado, su propia cabellera era aún más larga y la dejaba en mayor parte suelto.
Escuchó lo último, volviendo a sentirse ligeramente incómodo, ese juego de doble sentido lo ponía tenso, más porque el tacto parecía demasiado insistente y necesario para el noble, cosa que al dragón no le agradaba de un tiempo a la fecha.—

No pretendo emocionarlo de ningún modo.

Escuchaba atento a sus extravanges e incluso atrevidos arguementos provocando que revelera lentamente la fiereza que podía llevar consigo un foráneo en tierra de nadie.

— Dime más sobre los malos tratos.—

Cada vez que le peinaba le era algo placentero por el indirecto masaje que le daba al pasar la peineta por su extenso y oscuro cabello.

— Si continuas con ese ritmo tan exquisito vas a terminar emocionandome de más.—

A comparación de sus "preciados y venerados trabajadores" el nuevo le causaba entretenimiento por su arrogancia tan agresiva.

—Frunció apenas el entrecejo en respuesta a lo primero dicho, sabiendo que su calma era sólo un velo que escondía más.
No tenía ganas ni pensaba discutir, no esa vez, por lo que sólo se acercó con calma, tomando la peineta entre sus manos y observándolo por un momento.—

¿Es mentira a caso?

—Fue su siempre respuesta a aquella pregunta, comenzando a pasar con cuidado la peineta por el cabello liso.—

He visto como se divierte con ellos, como un perrito al que le hace fiesta cuando va por la vara y regaña cuando ladra demasiado.
¿Miento?

—Agregó, sin saber cómo se suponía debía recogerle el cabello, nunca se fijó demasiado en el peinado, sin embargo siguió poco a poco, con calma.—

Ingresó haengrangchae ( cuarto de los sirvientes dónde yacía en estancia) a la habitación una vez que se retiró el menor. Era impropio que un Noble se rebajará a esa zona por lo cuál fueron tomados de imprevisto e incluso se planto tomando asiento.

— entonces... ¿Decías que los trataba como mascotas?—

Aún con una voz tranquilo y grave que expreso una serenidad extraña quería escuchar el pretexto de su nuevo sirviente.

— Peiname.—

En la manga de su hanbok sacó un peine de madera de cuerdas algo separadas la cuál estaba finamente tallado.

— el peinado de siempre y hazlo perfecto en lo que me explicas la mentira próxima que dirás para evitar el regaño.-

—Aquel estruendo le hizo elevar la mirada de golpe, sorprendido al ver a aquel hombre, nuevamente, asustado al notar aquella mirada furica.
Mantuvo silencio, no se arrepentía de lo dicho pero, sólo con ver al otro joven reverenciar y marcharse sin más, eso le dejó mal cuerpo.

Se mantuvo firme, aunque retrocediendo en aquella habitación, alejándose lo más posible del coreano.—

*Estuvo a punto de dejar caer el cuenco de te pero lo alcanzo a detener en la mano cuando escucho azotar la puerta y la voz del noble, sin embargo no dijo nada mas que girarse y hacer una corta reverencia antes de depositar la taza en su lugar*

Pase buena noche señor noble,

*dijo antes de moverse despacio y despues de ponerse los zapatos salir sin decir una palabra mas, seguramente no diria nada mas y Xiao tenia mas actividades que hacer en la comodidad de su recamara*

Había percatado los cuchicheos pero se detuvo a escuchar todo lo que vociferaban de su persona en su ausencia, con cautela detrás de la puerta se comenzó a asomar lentamente hasta escuchar a Fei de su queja y del moralismo estúpido del ciego.

No solía ser entrometido pero sus dos "esclavos" parecían tener una interacción en su contra.

—....—

En un ataqué psicótico azotó la puerta con una patada entrometiendose en el lugar. Se nota que se había duchado y tenía el pelo suelto y una prenda que servía para secar.

— ya veo..-

Observó a ambos individuos de forma inquisitiva descendiendo su mirar a la altura de los dos Chinos.

Beneficio propio? hm,,no sabria decirte, soy un taoista y siempre nos han enseñado de otra forma, sobre el perdon y sobre el karma, sobre la vida, y ese tipo de cosas.

Se que el señor noble es un poco frivolo, y en ocasiones se comporta mal, aunque no puedo juzgarlo, trato de ver que hay atras de todo eso, quiza tambien paso momentos muy dificiles y busco comprenderlo y si puedo ayudarle lo hare.
Sin embargo tampoco permitire que abuse de los esclavos que el tiene, sirvientes en la casa.

Se que no me quedare para siempre, pero quiza con mas convivencia entre todos podamos ayudarle y posiblemente baje la guardia.