—Su forma original, aquella que mantuvo oculta tanto tiempo, un gran dragón blanco, tan largo como una serpiente, elevándose por los cielos para estar más cerca de su madre la luna.—
—Poco a poco fue descendiendo a la tierra, con aquella gracia que lo caracterizaba para apenas hacer temblar el suelo cuando se posó en este, manteniendo su garbo con el cuello elevado y aquella larga figura rodeando al contrario antes de acercar su rostro, mirándolo y dando un roce contra este, golpeando suave con su propio hocico. Son duda no se sentía tan cómodo y familiar en mucho tiempo, menos con aquella forma, pero con él si, por lo que esos pequeños motes eran su forma de demostrarlo antes de emitir un suave rugido.—
