—Luego de cosechar frutos y verduras, fue directo al río donde podría lavarlos y quitarles el exceso de tierra, después de todo estos eran para consumir y no podía permitir que, quienes los comieran, enfermaran por no lavarlos bien.—
—Lo se— Le siguió haciéndole entrega del cesto luego de llegar a la cocina. —Te lo agradezco Fei, pero ya no puedo probar alimento alguno.— Y era verdad, al parecer su maldición había avanzado a un nivel el cual evitaba comer cualquier alimento humano sin que este se carbonizara en su boca, antes podía hacerlo aun si no encontraba sabor alguno, pero almenos permanecía tal cual.
