Sangre...

—Se quedó pensativo por un momento, acercandose a él para desajustar un poco sus ropajes y bajarlos hasta sus hombros, mirándolo.—

¿Y... La sangre de un dragón es mala?

—No ninguno, excepto sangre y carbón, lo lamento — Había la opción de mostrarle lo que pasaría si comía algo pero no creyo que fuera necesario, le preocupaba tambien asustar al dragón.

¿Ningún alimento?

—Había pasado tiempo, él no se enteró de ese avance pero era consciente que era algo radical pues recordaba cuando compartían comida o bebida en pocas ocasiones, o al menos creía recordar, encogiéndose de hombros.—

Es... una pena. Quería prepararte algo especial~

—Lo se— Le siguió haciéndole entrega del cesto luego de llegar a la cocina. —Te lo agradezco Fei, pero ya no puedo probar alimento alguno.— Y era verdad, al parecer su maldición había avanzado a un nivel el cual evitaba comer cualquier alimento humano sin que este se carbonizara en su boca, antes podía hacerlo aun si no encontraba sabor alguno, pero almenos permanecía tal cual.

Eres bienvenido siempre, lo sabes~

—Musitó con calma para ir directo a la cocina, esperando por él antes de tomar el cesto y poder colocar los frutos en su sitio antes de mirarlo y sonreír de nuevo.—

¿Quieres algo de comer o beber? Sé que no lo necesitas pero...~

Siguió su camino siempre atrás del dragón, a diferencia de este el vampiro entro a la morada con calzado algo que no le dio tanta importancia aunque ya antes había considerado cambiar de atuendo a uno mas a cordero al lugar, pero siempre era de olvidarlo. —Tu hogar siempre luce fresco y es cómodo —

—Asintió para ser obediente y adelantarse algunos pasos al ir a su morada, abriendo las puertas y lavándose los pies primero antes de entrar pues, algo que nunca cambió fue que estuviera siempre descalzo.—

—Esta bien— Le dedico una sutil sonrisa y con un leve movimiento de cabeza le indico al dragon que entrara, él lo seguiría desde atrás.

—Apenado y halagado, el rubor se mantenía insistente en sus mejillas, manteniendo el suave abrazo hasta llegar a su hogar, mirando que se detenía.—

¿Caín?

—Cuestionó suave, terminando por responder al beso con gusto, volviendo a sonreír cuál joven embobado.—

¿Por qué no entras? La única amenaza son las niñas~

—Lo eres, desprendes un brillo que me gusta. Eres mi sol— Al llegar a su hogar lo dejo libre pero antes de que entraran a la choza le dio un corto beso tomándolo del mentón. —Estoy deacuerdo contigo, todos los días son bellos cuando estas conmigo —