-Había clavado la espada en la roca tras esa última batalla. Sabía que era fuerte jamás se imaginó que su energía se incrementaría de pronto. Orgullosa de sí misma, con una nueva voluntad y carácter, tiró del mango de su arma para sacarla de la piedra y bajas de ahí. Iría ahora al Castillo Central, dónde sabe, en antaño, vivían los antigüos líderes de Asgard.
*Le permitió alejarse, de alguna forma le dio tranquilidad no cruzara el límite y tener que usar su fuerza en su contra, además de darle más información de su miasma, eran palabras desmedidas, incluso Asura aun desconocía el verdadero poder de tu hermano, pero hace mucho había cruzado los límites de su maestro Haziel, justo la razón por la que su energía pareciera más demoníaca que celestial, y la razón por la que solo usa su miasma divina cuando es realmente necesario*…Tu Ángel de la destrucción, gobernador del séptimo infierno, portador de la llama de la destrucción, acudid a mi llamado, acudid al mundo de los humanos..*Recito con calma mientras se alejaba caminando al sello situado ahora en el exterior del sitio, hacía mucho que no recitaba parte del cántico y realmente no necesitaba hacerlo completo pues el pacto seguía latente por suerte, fue pronto cuando la energía del serafín se extendía al sello comenzando a liberarlo y dando paso a la presencia del rey demoníaco*...
