enterrado para jamás volver a ellos—. Ese día sentí que lo perdí todo. Si crees que mi amor por todos ustedes no se compara en nada por tu amor hacia Rakan, lo entiendo —y en ese momento sus ojos vuelven hacia la vastaya—. Lo entiendo perfectamente. Los abandoné, eso es cierto. pero el último sacrificio de Rakan no fue nada más y menos que su elección. Él deicidió salvarte, y en consencuencia salvarnos a todos nosotros. —

Esta vez la actitud soberbia que Ahri, aquella se había forjado con el tiempo —gracias al enfrentamiento contra la Estrella del Crepúsculo— brillaba por su total ausencia; en cambio se mostró comprensiva. Una virtud que pensó haber perdido desde que se creía la pérdida de Xayah, Rakan y Neeko —Esos "idiotas" como tú los llamas, son personas maravillosas que brillan por su amor a lo que hacen. No permitiré más sacrificios, Xayah. Pelea sola, lidera si quieres, haz lo que te plazca. Pero no escupas al cielo que este te lo devolverá, eventualmente.

esperimentarlo, Xayah. No la tuvimos. Pero ¿Te has preguntado alguna vez si ese dolor que sientes lo sentí yo? ¿Lo sintió Sarah? ¿Crees que porque Rakan era tan cercano debe doler más que los demás? Yo fui egoísta, no quise ver más estrellas caídas. ¿Quieres escucharlo? —sus manos siguen sosteniendo las muñecas de la guardiana, pues al denotar esa pérdida de brillo en su ser, Ahri por fin encontró ese momento, esa debilidad, la vulnerabilidad para poder abrirse, dejar de pretender que nada pasó —Entonces te lo diré yo misma. Me llevé a Sarah, habíamos perdido. Perdimos, perdimos a casi todos. Asumí que Rakan y tú habían... —guardó silencio por unos segundos. Sus manos poco a poco sueltan las muñecas ajenas conforme iban bajando las propias—... Habían caído. Escuché a Sarah gritar, llamarlos. Primero vimos a Neeko caer ante Zoe —sus ojos se desvían hacia la izquierda, como si con ello buscara entre sus memorias aquellos recuerdos que, por alguna u otra razón, pensó haber [...]

Sus pies hacían lo imposible por mantenerla en su posición, pero la fuerza que Xayah emplea en ella era la muestra del rencor que todavía le guarda. La primera vez se dejó hacer, la segunda se resistió un poco más, pero a la tercera sus manos se alzaron en búsqueda de las muñecas de su antigua compañera. La firmeza de su agarre fue el suficiente como para querer atraer la atención de la vastaya —El sacrificio de Rakan es un hecho que todos lamentamos, Xayah —su voz se aseveró, se alzó a la par que su mirada vuelve a mantenerse sobre la de ella—, porque no eres la única que ha perdido en esta batalla contra la oscuridad —frunce el ceño con notoriedad, más no por enojo, no por rencor hacia Xayah; el rencor era alimentado por las acciones de la misma vulpina, aquellas que, dentro de la ignorancia —en parte— desencadenaron eventos desafortunados.

—Quizá no todos perdimos a un compañero, un ser tan amado como tú con Rakan. Quizá nosotras no tuvimos la desdicha siquiera de ver [...]

—Y aún así no estuviste. Yo no pedí ser la líder de nada, pero tuve que recorrer galaxias enteras en busca de estrellas, porque tú, mi líder, estás demasiado ocupada haciendo pijamadas con tu nueva parvada de idiotas. ¿Qué significa tu arrepentimiento? ¿Por qué debo creerte ahora?— Y trató de empujarla una tercera vez. Xayah no se dio cuenta, pero su cabello ya no era de aquél rosado brillante que destellaba luz y esperanza. Se había eclipsado por la oscuridad que se apoderaba de ella en aquéllos momentos de debilidad.

En su vida se había enfrentado a enemigos terribles. A las sombras que deseaban arrasarlo todo, a la oscuridad latente en su interior, pero no había dolor comparable a la traición... a la pérdida. Cada palabra de Ahri era como una aguja afilada clavándose en su corazón, destrozándolo, odiándola a ella y a si misma, por esa pequeña parte, esa estúpida parte que desde el principio quería creerle.

—Lo perdí dos veces, Ahri.— Se acercó a su antigua compañera, sus manos se posaron sobre sus hombros, solo para empujarla tan fuerte como los brazos le permitieron. —¡Dos veces! ¿Cómo te atreves a decirme que quieres protegernos si Rakan está pagando el precio? Pudimos haber hecho algo más que quedarnos ahí siendo unas inútiles, viendo cómo se sacrificaba.— La empujó de nuevo. [...]

Ódiame si lo prefieres, yo sé que lo haces. No estoy en el lugar y la posición para no permitirtelo, pero quiero que sepas que no dudé en ningún momento cuando supe de esa pequeña señal de ustedes. Y aún cuando ese rencor persista, no permitiré que nada vuelva a dañarlos más. No lo sabía, me fui pensando que protegería a Sarah siendo lo mínimo que pude hacer. —No podía seguir culpando a la Estrella Prima siquiera, sino que finalmente tiene que hacerse cargo de sus acciones, del abandono, del dolor causado; y aún cuando sus intenciones hayan sido las mejores, no cabe duda que es algo que siempre le pesó.

—... No lo sabía, mierda ¡No lo sabía! —no aguantó más, sus ojos se humedecen, pero no iba a apartar la mirada nunca más. Odiaba la idea de verse frágil, vaya que lo hacía.

—No lo sabía, no sabía si Neeko, Rakan y tú estaban vivos. Los vimos morir frente a nuestros ojos cuando Zoe atacó y yo... —una visión de sí misma la transporta a esos momentos. Era un sitio desolado, pero dentro de esa desolación existía ese sentimiento de dolor; un sentir tan incomparable como la muerte misma. El ver a las estrellas apagándose en el firmamento daba la misma sensación de vacío que sólo la quiere devolver a tierra firme—... Yo me sentí incapaz de acercarme. Sarah siempre tuvo intención de sacrificarse, no le importaba nada, pero yo ya no podía permitirme ver morir a una Guardiana más. —hizo lo imposible por no quebrarse, pero era imposible mantener ese temple seria que resguarda todo lo que su alma alberga—. Ese día perdimos más que amigos, perdimos todo, y me llevé a Sarah a regañadientes. [...]

Quería odiarla como había hecho hasta ese momento, y también quería hacerla sufrir lo mismo que ella estaba sufriendo, pero después de escucharla sintió como si dentro de ella brillara una luz que creía apagada para siempre. —Dime que sabías que estábamos vivos, que me escuchaste gritar tu nombre y rogarte por ayuda.— Cuando volvió a alzar la mirada, el rostro del ave era una mezcla de ira y dolor.

Esa era una respuesta que evidentemente no esperaba. Su cuerpo se tensó, incluso se notó en el plumaje que adornaba su cabeza. Estaba preparada para cualquier cosa, incluso llegar a la violencia, porque era en lo que pensaba todo el tiempo, esa dolorosa traición, la soledad, el dolor, la oscuridad carcomiendo su cuerpo y el sacrificio de su amado, pero no para que la vulpina aceptara su culpa.

Por primera vez, Xayah no tenía palabras. Agachó la mirada, cerrando los puños con fuerza. —Defiéndete.— Espetó al fin. No iba a permitir que simplemente le pidiera una disculpa tan convincente. —Dime que tenías que salvarte tú, y salvar a Sarah, que nos dejaste ahí a propósito.— Era lo que la rebelde quería escuchar, porque no la había confrontado para recuperar la amistad perdida, sino para decirle todas las cosas que presionaban su corazón y hacían que la pequeña parte de oscuridad que aún existía dentro de ella regresara. [...]

Pensaba que la Estrella Prima me había elegido porque era la líder perfecta, capaz de luchar contra viento y marea, pero nunca me creí capaz de sentir miedo y huir —su voz se ablandó, dejó esa arrogancia de lado por una vez en su vida, y finalmente se enfrentó a Xayah—. Pero el día que fui a buscarlos a ustedes no dudé en hacerlo. No iba a abandonarlos una segunda vez, iba a recuperar a las personas que amo; mi familia. — Su rostro se mantiene, no iba a darle la espalda nunca más, tampoco a evadir cada comentario que salga de la boca de Xayah. Estaba dispuesta a mostrar la vulnerabilidad que jamás dejó mostrar ni siquiera en presencia de Sarah. —Perdóname, fui una imbécil. Todos ustedes merecían a una líder y siento que no di la talla. Lamento decepcionarlos —sin embargo, lanamargura se disipa un poco—. Me da gusto saber que eres líder de tu propio grupo. Lo haces excelente, aunque te falta paciencia.