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HC1578691 · M
Al verle tan afectado, Hua Cheng no perdió tiempo en mirar a E-Ming. —Busca la fruta. —Le ordenó, antes de acomodar al esclavo entre sus brazos y su cabeza contra su hombro.
Lo alzó como si pesara lo mismo que una pluma y lo llevó a la habitación que le había sido designada al siervo, acomodándolo sobre la cama con cuidado.
En el tiempo que E-Ming todavía buscaba lo que él había mandado, Hua Cheng se dedicó a observar su rostro; cada rasgo le parecía tan hermoso que su curiosidad por otras cosas había comenzado a crecer.
—Xie... Lian... —Repitió bajo y su mano se alzó hacia él, justo cuando se abrió la puerta.
Era E-Ming con una fruta muy roja en su mano. Utilizó su propia fuerza para romperla en dos, revelando un interior jugoso, y la acercó a los labios del siervo, mientras Hua Cheng lo sostenía con firmeza.
—Bebe, Xie Lian, te hará recuperarte.
Lo alzó como si pesara lo mismo que una pluma y lo llevó a la habitación que le había sido designada al siervo, acomodándolo sobre la cama con cuidado.
En el tiempo que E-Ming todavía buscaba lo que él había mandado, Hua Cheng se dedicó a observar su rostro; cada rasgo le parecía tan hermoso que su curiosidad por otras cosas había comenzado a crecer.
—Xie... Lian... —Repitió bajo y su mano se alzó hacia él, justo cuando se abrió la puerta.
Era E-Ming con una fruta muy roja en su mano. Utilizó su propia fuerza para romperla en dos, revelando un interior jugoso, y la acercó a los labios del siervo, mientras Hua Cheng lo sostenía con firmeza.
—Bebe, Xie Lian, te hará recuperarte.
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