Nego con el rostro. Siempre tuvo pesima suerte desde que fue desterrado de los cielos. Incluso había olvidado lo que se siente ser afortunado.
— San Lang siempre me brinda su fortuna con su sola presencia, y eso me hace muy feliz. Desde que estas a mi lado mi suerte cambio. ¿Como no podria estar agradecido?
Lo había ayudado, manteniéndose cerca e incluso ayudándolo a lanzar. Verlo feliz fue suficiente para que, casi automáticamente, se viera atraído a besar su mejilla.