— Oh... mi intención no fué la de asustarle, Alteza real — La voz femenina se explicó mientras inclinaba un poco más la cabeza, justamente había tomado esa forma "vulpina" para no ser inoportuna, aunque no pensó que el oficial fuera una persona más bien "tímida", era algo a lo que no estaba habituada en el mundo espiritual. Alzó su cola azul y de esta salieron ocho más como un abanico que brillara a las espaldas del pequeño zorro albino, manteniendo una mirada serena hacia él.
—Como puede ver no soy un ser del plano terrenal, asi que no debe preocuparse. Solo escuché el rumor de que su Alteza real deambulaba por aquí y vine a echar un vistazo por mera curiosidad — Explicó la criatura, aunque no pudo evitar bajar la mirada hacia el agua, esos reflejos de la luz sobre la clara superficie eran brillantes, bonitos para admirar.
Quien diria que un baño observando el amanecer sería tan placentero... esa noche se había escabullido en el bosque buscando un momento de tranquilidad para poder sumergirse en sus pensamientos y poder purificar un poco su cuerpo. Su unica compañía había sido una pequeña mariposa que siempre le acompañaba cuando estaba lejos de San Lang. Había sido una noche tranquila y el agua fría de ese pequeño lago era lo suficientemente bueno para relajarle. Llevando unicamente su túnica interna, se había adentrado en el agua y dejado que sus aguas lo limpiaran.
Ver el arrebol del amanecer lo saco de sus pensares, viendo que habian pasado horas desde que ingreso al agua. La mariposa plateada revoloteaba cerca de su diestra un tanto nerviosa, como si deseara que regresara, y era lo que pensaba hacer hasta que escucho la voz de una persona desde su espalda.
Regreso la mirada un tanto confundido, cubriendo su torso con la tunica interna que llevaba puesta. — ¿Quién esta ahí? —
El amanecer ya habia aclarado el cielo, y los rayos del sol comenzaban a empujar ese frio de niebla que se esparciera por el bosque y diera estelas blancas que bañaran las aguas de impecables brillos junto a su cálido cantar. Entre los susurros de aquel pacífico lugar apenas serían audibles unos pequeños pasos, además del tintinear de una campanilla de metal que diera la guia de la criatura que se aproximara al claro oasis del bosque. Cuando divisó la silueta albina de quien se bañara ahí, dió un pequeño brinco de entre los arbustos, dejando caer su cuerpo, el de un zorro blanco de cola azul a unos cuantos metros del oficial, tomando asiento en la orilla. Daría una reverencia corta con su cabeza, mientras se escuchó una voz femenina que decía. —Su Alteza... —