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XL1578686 · 100+, M
No había pasado mucho desde que ascendió a los cielos como un dios marcial, pero la corte celestial era un poco aburrida. Así que ese día, había dejado a Mu Qing y Feng Xin hacerse cargo de las oraciones de sus devotos. Queria despejarse un poco y descendió a uno de los bosques cercanos a Xian Le, descansar un momento no sería romper las reglas. Se había acomodado en el tronco de un arbol, observando la naturaleza que le rodeaba. Todo era tranquilo cuando una pequeña voz lo llamo. ¿Alguien pudo verlo? Que descuidado, se olvido de ocultar su presencia, pero al regresar la vista al origen de la voz, pudo contemplar a un pequeño niño con el rostro vendado, solo se podía ver su ojo izquierdo.
─ Pequeño ¿Que haces aquí? Un niño como tú no debería estar solo en el bosque.
Trato de verlo mejor pero estaba oculto tras el árbol. ¿Acaso su presencia le causaba miedo? Al verlo tan indefenso, quedo frente a él, extendiendo su mano con la esperanza que se acercara.
─ Pequeño ¿Que haces aquí? Un niño como tú no debería estar solo en el bosque.
Trato de verlo mejor pero estaba oculto tras el árbol. ¿Acaso su presencia le causaba miedo? Al verlo tan indefenso, quedo frente a él, extendiendo su mano con la esperanza que se acercara.
HC1578691 · M
—¿... Dianxia?
Su voz dejó sus labios en un tono incluso más bajo que de costumbre. Sería tal vez el fuerte y rápido latido de su corazón el que lo tenía prácticamente sordo, y los enormes nervios los que tensaban todo su pequeño cuerpo, incluida su garganta.
¿Qué hacía una persona tan importante y divina como él en ese bosque? Estaba siendo un idiota por siquiera pensar en él como una persona. Era un príncipe, de los seres más cercanos a los dioses y al reino celestial. Era puro, grácil, y demasiado para el suelo fangoso que estaba pisando.
Su voz dejó sus labios en un tono incluso más bajo que de costumbre. Sería tal vez el fuerte y rápido latido de su corazón el que lo tenía prácticamente sordo, y los enormes nervios los que tensaban todo su pequeño cuerpo, incluida su garganta.
¿Qué hacía una persona tan importante y divina como él en ese bosque? Estaba siendo un idiota por siquiera pensar en él como una persona. Era un príncipe, de los seres más cercanos a los dioses y al reino celestial. Era puro, grácil, y demasiado para el suelo fangoso que estaba pisando.
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