Xin era tan brillante y tan diferente a ella que sentía que no debía hablarle, incluso lo opuestos que eran sus signos y todo lo dicho respecto a la cabrá y el buey le hizo tomar distancia aunque no fuera una persona muy sociable que digamos. Igualmente tenía sus excentricidades lo que aleja a la mayoría todavía más. Asintió e imitó su gesto tomando asiento frente a él, entonces de nuevo agarro su pie y ella observó a conciencia lo que hacía, quizá después pudiera practicar por su cuenta. — me gusta la lanza Qiangsu..— dobló la otra pierna para apoyarse mientras le deja a él ocuparse de su otra extremidad. —¿y ...tú? —