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Tacones rojos, labial rojo. Wei Wuxian no tenia que ser un genio, aunque si lo era, para saber lo que su amado esposo deseaba y como la vergüenza no era algo que compartiera con los otros seres humanos no fue demasiado problema meterse dentro de aquel corto y suave vestido rojo a juego con sus tacones, y labial.

Con su cabello atado en una media coleta y las caderas moviéndose de forma coqueta camino hasta el estudio de su pareja, lo vio sentado rígidamente frente al escritorio y soltó una risita llamando su atención.
—Señor Lan—llamo caminando hacia el y sentándose en su regazo
 
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» follandote a tu lindo secretario sobre el escritorio?~

Tomó la mano del Lan y la llevo a sus labios besándola suavemente antes de llevarla a su muslo desnudo, dejando que acariciara la suave zona hasta meterse bajo su vestido. Sus labios no perdieron tiempo en comenzar a besarle el cuello llenándolo de manchas rojas, acompañadas de varias mordidas y chupones
Casi tarareo ante el juego juego de rol, una pequeña costumbre entre ellos y algo que formaba parte de su vida sexual en la mayoría de sus encuentros. La sonrisa de Wei Wuxian se volvió aún más coqueta y se relajó sobre aquel regazo aplastando su perfecto durazno contra los muslos del Lan, y al mover ligeramente sus caderas pudo sentir el bulto que comenzaba a formarse bajo los pantalones de su amante.

—¿Te parece que me remuerde la consciencia?—cuestionó con travesura, inclinandose atrapó el lóbulo enrojecido entre sus labios y lo mordisqueo. Sabiendo cuan sensibles eran las orejas de su amado—Ademas, sabes que te gusta cuando te arrastró a hacer cosas malas conmigo. Si no fuera así ¿Cómo explicas esto?—tras sus palabras volvió a menear sus caderas sintiendo el bulto aún más duro presionandose bajo su vestido con su propia erección encerrada en unas delicadas bragas—Cualquiera podría entrar, pero aún así te pones tan~ duro para mí ¿Acaso te gusta la idea de que te encuentren follan
-Es peligroso que dejes la puerta sin seguro y aun mas pasearte en el edificio sin el uniforme. . . Te meterás en problemas y me arrastraras a ellos... Ambos estamos en los limites del adulterio... ¿No te remuerde la conciencia?- Introdujo a un nuevo rol corrompiendo la rutina sin dejar atrás el todos los días son todos los días que juraron años atrás.
Se consideraba un fiel seguidor a su propio trabajo. Atento, profesional. Nada ni nadie en el mundo puede romper la barrera de sus obligaciones, podría estar trabajando en el hospital mismo pero por dios... A de ser pendejo pensar que de todas las razones su punto de quiebre fuera la hermosa, apasionada, corrupta imagen de su esposo. El era capaz de dominarle con solo una sonrisa, un baile, un te amo proveniente de esos labios. El era su rosa roja: amor y pasión. Deseo y delirio.

En cuanto la puerta se abrió sus ojos desviaron a dirección a la tentación encarnada. Sus manos dejaron de teclear y fue el momento de tirarse por un risco y ser plenamente de el.

Segundos rápidos en acciones y lentas en imágenes. Se giro en su propia silla por culpa de esas manos traviesas y su cuerpo mismo acepto encajando plenamente en el molde de su cintura. Aseguro de verle de abajo hacia arriba y disfrutar de su sonrisa. El triunfo era claro y como buen niño aceptaría su premio.

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