- En ocasiones le resultaba un poco complicado seguirle el paso a Vivian: ella era tan versátil, pasando de un tema a otro con tal facilidad que Travis solo podía seguir su juego y guardarse las preocupaciones para después. En parte también era porque sabía que presionar no lo llevaría a ningún lado; pero él nunca se olvidaba de un pendiente. Ya encontraría un mejor momento para tratar el tema. De buena gana, comenzando a esbozar una sonrisa, se dejó atraer tras alzar el cuello, dando permiso tácito para que Vivian lo besara. Apenas estuvo cerca de ella, cambió de papel y fue él quien la buscó, descendiendo en pos de los labios ajenos; aunque se detuvo justo antes de concretar la unión para hablarle, provocando roces sutiles que dieron lugar a un delicioso cosquilleo; seguramente Vivian también lo sentiría. - Será un gran, enorme placer. - La última palabra se ahogó cuando Travis adelantó el rostro, cumpliendo por fin la petición de su esposa al posar su boca sobre la de ella. -
No lo suficientemente juntos. - Su broma fue un medio de escape para la tensión del momento pero Vivian era especialista en eso, justamente; podía darle la vuelta a las cosas con una facilidad casi teatral. - Be-sa-me. - Murmuró cerca del cuello ajeno, dejando un camino de sendos besos por toda la piel hasta la mandíbula. - Necesito a mi esposo. - Sus dedos se cerraron para tirar de la camisa que él vestía y así acercarlo aún más.
- A pesar de la vehemencia con la que Vivian dijo amarlo, Travis no estaba convencido del todo. Pero si de algo era capaz, era de manejar las cosas con el mayor tacto posible y dar tiempo para que las palabras salieran solas. Puede que no fuera el momento adecuado para que su mujer se sincerara con él, y no por eso iba a amarla menos o dejar de dedicarle cariño; así que se limitó a acunarla, su mano derecha en la espalda de la chica y la otra dando mimos a su cabellera corta. - Te amo, mi estrella. Te amo, todo está bien: estamos juntos.
- Encontró refugio en sus brazos pero no se halló en paz. No podía confesarle la verdad, seguramente acabaría por lastimarlo o, ¡peor! La echarían de la familia ya que una de las reglas lo decía: jamás harás algo que ponga en peligro la estabilidad o felicidad de los otros. Si se enterraban de sus suspiros hacia otro hombre... No quería perderlos. - No es así, estoy bien. - Alzó la mirada para peopiciarle un beso en la barbilla, suave pero cargado de cariño. - Te amo, Travis. Te amo, te amo, te amo.
¿Qué sucede, mi amor? - Algo estaba fuera de lugar y él no podía ubicarlo, sentía como si le hiciera falta una pieza en un rompecabezas pero la preocupación le impidió investigar más allá, moviéndolo a abrazar a su esposa lenta y suavemente. - Lo siento si dije algo malo... Eres perfecta. Te amo.
- Se mantuvo en silencio a la par que su mirada bajaba; le avergonzaba mentirle a su esposo. - Lo haces todo, Tav, todo. - No articuló palabra más, su corte no había sido por él sino por aquel hombre de su pasado al que había amado más que a nadie en el mundo, casi a la par que a Travis.
Trav, mi dulce, dulce Trav. Cambié para ser una digna esposa tuya. Además, esposa número dos y número tres ya lo tenían largo, necesitabas a alguien más única. ~
