Estaba para espiar tus jadeos en las madrugadas sin memorias, cuando despacio acariciaba tu cuerpo, ese momento donde rozaba tu vientre bajo, donde podía besar tus labios húmedos y necesitados. Y es qué querido estábamos buscando, llegar a momentos donde la verdadera razón de nuestros encuentros era la excitación de los cuerpos fundiéndose en agonía.