El otro podría notar como la vivienda del dragón era bastante ordenada; un departamento de una sola habitación, que correspondía al dormitorio con baño al interior, una sala y comedor unidos y una cocina no muy grande, pero donde cabía una mesita y un par de sillas además de los muebles.

-Que bueno que te guste. -Le hizo una seña con el dedo índice, llamándolo para que se acercara -¿Por qué no me ayudas y así yo aprovecho de preparar el postre? -Tras decir aquello, procedió a sacar del refrigerador unas fresas y unos huevos, dispuesto a hacer merengue con ellos. -Además me gustaría verte cocinar... Se me hace algo muy sexy... -Entrecerró los ojos, viéndolo con un toque de lujuria que no se molestó en disimular, al contrario, lo hizo de forma totalmente evidente, le divertía ver las reacciones del albino.