31-35, M
A SWORD WIELDS NO STRENGH UNLESS THE HAND IT HOLD IT HAS COURAGE
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A SWORD WIELDS NO STRENGH UNLESS THE HAND IT HOLD IT HAS COURAGE
Su mirada ensangrentada se mantuvo fiera, sin siquiera parecer temerle a la muerte, incluso pareciera que en su interior era lo que buscaba. Tomo con firmeza la empuñadura de su mandoble, el cual goteaba sangre de más de uno de los soldados que alguna vez considero amigo, y ahora, debido a la verdad, se encontraban partidos en pedazos en el suelo. El aroma metálico a sangre se podía percibir por toda la plaza, pues no solo la sangre de aquellos soldados había escurrido entre la comisura de las piedras que labraban las calles de aquella ciudad a la que durante tanto tiempo sirvió, sino que también su propia sangre parecía correr, saliendo de aquellas heridas notorias en su cuerpo, que gracias a aquel poder brindado unos años atrás, parecía regenerarse lentamente.
¡Rindete Velkan! No tienes a donde ir…
dijo la voz juvenil de aquel chico que, si a caso, llevaba unos meses de servicio, la inexperiencia se le podía notar a kilómetros, en especial por esa forma tan débil de sostener la espada larga, sin embargo, tratando de guiar su propio código de honor, con una voz resonante, aquel hombre de cabellera blanca cual misma noche invernal le respondió al chico, comenzando a dar unos pasos en hacia atrás, dándole la espalda y buscando guardar aquella arma que, si bien parecía, era de su mismo tamaño.
-Eres joven… salte de este oficio antes de que sea tarde… y menos con ese maldito tirano que tienes como líder…-
Se escucho el seguro de aquella arma trabarse un poco al momento en que la llevo a la funda que se encontraba en su espalda, al parecer una especie de garra que se trababa al momento en que el mismo la colocaba; sin embargo, sus palabras fueron caso omiso, pues el joven soldado, por no decir niño, tratando de no dejarle escapar corrió rápidamente tratando de dar un tajo más en su piel.
-¡¡Detente de una buena vez!!-
Grito el muchacho al correr contra Velkan, sin embargo, este, aun desarmado, sabia defenderse fácilmente, elevando su brazo derecho para detener el golpe muy cerca de la empuñadura de la espada, clavándose el filo apenas en su brazo, haciéndole sangrar un poco, y junto con aquella sangre, el brillo notorio que se notaba tras hacerse una nueva herida. Su mirada, seria, sin siquiera prestar atención a la herida, le dijo al joven caballero con unas palabras secas.
-Estas a tiempo… lárgate… no sirvas a alguien que solo busca sangre y muerte… no manches tus manos como lo hice yo…-
Con la zurda, empujo bruscamente el pecho del chico, haciéndolo trastabillar, aun temeroso de que aquel hombre, aun con todas esas heridas expuestas en su cuerpo, tuviese las fuerzas suficientes como para poderlo empujar junto con todo y esa pesada armadura que portaba. Velkan, quien estaba cansado y algo debilitado por la sangre perdida, simplemente retomo su camino, perdiéndose, como siempre, entre las afueras de de aquella ciudad, escuchándose, como cada noche que el aparecía, el aullar constante de los lobos de Rumanía.
know me
Su mirada ensangrentada se mantuvo fiera, sin siquiera parecer temerle a la muerte, incluso pareciera que en su interior era lo que buscaba. Tomo con firmeza la empuñadura de su mandoble, el cual goteaba sangre de más de uno de los soldados que alguna vez considero amigo, y ahora, debido a la verdad, se encontraban partidos en pedazos en el suelo. El aroma metálico a sangre se podía percibir por toda la plaza, pues no solo la sangre de aquellos soldados había escurrido entre la comisura de las piedras que labraban las calles de aquella ciudad a la que durante tanto tiempo sirvió, sino que también su propia sangre parecía correr, saliendo de aquellas heridas notorias en su cuerpo, que gracias a aquel poder brindado unos años atrás, parecía regenerarse lentamente.
¡Rindete Velkan! No tienes a donde ir…
dijo la voz juvenil de aquel chico que, si a caso, llevaba unos meses de servicio, la inexperiencia se le podía notar a kilómetros, en especial por esa forma tan débil de sostener la espada larga, sin embargo, tratando de guiar su propio código de honor, con una voz resonante, aquel hombre de cabellera blanca cual misma noche invernal le respondió al chico, comenzando a dar unos pasos en hacia atrás, dándole la espalda y buscando guardar aquella arma que, si bien parecía, era de su mismo tamaño.
-Eres joven… salte de este oficio antes de que sea tarde… y menos con ese maldito tirano que tienes como líder…-
Se escucho el seguro de aquella arma trabarse un poco al momento en que la llevo a la funda que se encontraba en su espalda, al parecer una especie de garra que se trababa al momento en que el mismo la colocaba; sin embargo, sus palabras fueron caso omiso, pues el joven soldado, por no decir niño, tratando de no dejarle escapar corrió rápidamente tratando de dar un tajo más en su piel.
-¡¡Detente de una buena vez!!-
Grito el muchacho al correr contra Velkan, sin embargo, este, aun desarmado, sabia defenderse fácilmente, elevando su brazo derecho para detener el golpe muy cerca de la empuñadura de la espada, clavándose el filo apenas en su brazo, haciéndole sangrar un poco, y junto con aquella sangre, el brillo notorio que se notaba tras hacerse una nueva herida. Su mirada, seria, sin siquiera prestar atención a la herida, le dijo al joven caballero con unas palabras secas.
-Estas a tiempo… lárgate… no sirvas a alguien que solo busca sangre y muerte… no manches tus manos como lo hice yo…-
Con la zurda, empujo bruscamente el pecho del chico, haciéndolo trastabillar, aun temeroso de que aquel hombre, aun con todas esas heridas expuestas en su cuerpo, tuviese las fuerzas suficientes como para poderlo empujar junto con todo y esa pesada armadura que portaba. Velkan, quien estaba cansado y algo debilitado por la sangre perdida, simplemente retomo su camino, perdiéndose, como siempre, entre las afueras de de aquella ciudad, escuchándose, como cada noche que el aparecía, el aullar constante de los lobos de Rumanía.
know me