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La discusión hubiese sido larga sí los padres de Bulma no intervinieran, Vegeta estaba de por más cabreado, nervioso y cada segundo que transcurría sus celos aumentaban, le vió entrar de nuevo a la habitación para cambiarse y al verla salir nuevamente ese rubor fue evidente en su rostro — Tardaste mucho, es hora de irnos— Por más que lo intentaba no podía apartar la mirada de esas bellísimas curvas, todo este asunto con ella se estaba convirtiendo en una batalla de emociones que intentaba librar en su interior, sin mucho éxito realmente. [1]
 
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