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Serio, Orgulloso, Indiferente
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[c=#8C8C8C][big][center]CLAN VENTRUE[/center][/big]

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[i][b]Avanzando a través de salones del trono y campos de batalla, los Ventrue son los caballeros y los reyes del tablero de ajedrez Cainita. Suyas son las conquistas, las guerras y las Cruzadas; gobiernan desde las mansiones y las salas del trono. Muchos fueron conquistadores en vida y no han cambiado de hábitos en la muerte, mientras otros alcanzaban el éxito como mercaderes o prestamistas. Todos triunfaron en su campo, de todas formas, y como recompensa fueron Abrazados por el clan Ventrue. No hay fracasos entre los Ventrue, sólo éxito y ausentes de venerada memoria.

La tradición es muy importante para los Ventrue, y valoran mucho la edad y el protocolo. Cuanto más tiempo haya pasado un Ventrue como Cainita, más respeto le mostrarán los miembros más jóvenes de su clan. De hecho, muchos Ventrue de cierta edad disfrutan tomando como «aprendices» durante más o menos una década a los nuevos vampiros, para transmitirles su sabiduría y disfrutar vicariamente de los éxitos de sus protegidos.

La posición ocupada en vida no cuenta mucho entre los Ventrue, y los títulos y tierras conservados tras la Transformación no tienen tanto valor como una simple ciudad tomada post mortem. Muchos de los éxitos alcanzados por el clan son el resultado de la acción individual o los esfuerzos de un equipo dirigido por un líder carismático; si se plantea un asunto ante el clan en pleno, lo más probable es que acabe irremediablemente atascado en cuestiones de crédito y procedencia.

Sin embargo, cuando los Ventrue actúan, lo hacen de forma rápida, eficaz y decisiva. Un Ventrue con una ambición es un terrible enemigo, pues no se detendrá ante nada hasta conseguir su objetivo, enfrentándose con cualquiera que se le oponga. Los Ventrue no están por encima de aliarse con miembros de otros clanes, ya que es con sus hermanos de clan con quien más problemas tienen a la hora de colaborar.

Remoquete: Patricios

Apariencia: Siempre inmaculadamente vestidos, prefieren los atavíos propios de la posición que ocupaban en vida. Los Ventrue de varios siglos de edad aprovecharán cualquier oportunidad para ponerse las ropas de sus días entre los vivos. Las reuniones de los Ventrue tienden a parecer un baile de disfraces históricos.

Refugios: Castillos y fortalezas, generalmente controlados por sus descendientes mortales, son los lugares donde duermen los Ventrue. Nunca se encuentran lejos de la civilización.

Trasfondo: Los Ventrue suelen ser escogidos entre las filas de la nobleza. Los demás tienden a ser brillantes líderes militares, aunque también hay una apreciable minoría de prestamistas y mercaderes, y unos cuantos caballeros templarios se han unido también al clan. Los más obsesionados con la tradición se toman el concepto de clan de forma literal, y sólo Abrazan a sus descendientes mortales.

Creación del personaje: Los Ventrue suelen responder al concepto de noble o militar. Lo más normal es que los Atributos Mentales sean los primarios, al igual que los Conocimientos. Muchos tiene los Trasfondo de Recursos e Influencia; hay muy pocos Ventrue que sean pobres.

Disciplinas del Clan: Dominación, Fortaleza, Presencia.

Debilidades: Todos los Ventrue tienen una limitación específica en sus hábitos alimentarios. Sólo pueden beber la sangre de un tipo particular de presa (sacerdotes, paganos, vírgenes, ingleses… etc.), escogido al crear el personaje. Ningún Ventrue se alimentará violando su exclusión de presa, ni siquiera aunque esté famélico, herido, o trastornado.

Organización: Hay una corte Ventrue, con un rey y una reina siempre cambiantes. Con la atención prestada al decoro durante las frecuentes reuniones del clan, suele atenderse más a aumentar la posición que a conseguir de verdad alguna cosa, aunque sea en interés del clan. Si se presenta una buena idea durante una de estas reuniones, es casi seguro que se opondrán a ella una media docena de otros Ventrue que se nieguen a ver vinculado al éxito nada que no lleve su nombre.

Cita: Puede que vuestros deseos tengan importancia en vuestras tierras, barón. Esta noche os encontráis en las mías, y aquí mi palabra es la ley.
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[b][c=#8C8C8C][center][big]HISTORIA[/big][/center][/c][/b]
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[b][i][c=#8C8C8C]Roma, Hacia el siglo viii a.c., existió un organismo que canalizaba los anhelos, miedos y demás sentimientos del pueblo romano, tal organismo se le denomino: Senado.

En un primer momento contaba con solo 30 miembros elegidos entre la casta superior denominada, La Patricia

Ante ellos, los reyes y sus consejeros presentaban todos aquellos aspectos importantes al reino y los senadores se encargaban de aprobar o desaprobar los proyectos, alianzas y tratados.

Con el tiempo esos poderes se fueron agrandando llegando los senadores a poder designar a generales, cónsules o magistrados. Además de solucionar los conflictos entre ciudadanos y condenar a los detenidos y enemigos vencidos.
Con la llegada de la república, en torno al siglo i a.c., el número de senadores ascendió a 300 fue su época de mayor esplendor porque ya sin reyes ni dictadores, correspondió al senado la tarea de dirigir la política romana, tanto en su aspecto externo como interno.

Senadores fueron algunos de los mejores generales de esa época y también fueron magistrados y embajadores.

Posteriormente con la llegada del Cesar al poder el numero de senadores aumento a 900 acorde a la expansión territorial de roma, misma que se distinguían por su gran estrategia en combate y en ser los amos de la conquista de nuevos territorios tales como polis griegas; el reino de Pérgamo fue incorporado a la República y en el siglo I a. C. conquistó las costas de Oriente Próximo.

Sin embargo venir al mundo en un hogar romano no aseguraba una vida larga. Aproximadamente un tercio de los bebés morían antes del año y la otra mitad antes de los cinco.

[med][center]“El abrazo”[/center][/med]
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Fue en la gran metrópoli romana, en aquellas amplias callejuelas romanas, donde los mercaderes y habitantes romanos iban y venían a diario metidos en su rutina diaria, pagando los impuestos a los pretores y sensores que llego a la vida un pequeño romano, heredando la belleza de una bella mujer casi celta que había sido traída como consorte para un conquistador romano y que más tarde se convertiría en un senador importante en la gran metrópoli.

Durante los días de constante agitación de la población romana que trataba de acostumbrarse a la nueve república, pues había un gran descontento por la transición de monarquía a república.

Solo los grandes senadores eran aquellos que gozaban de grandes privilegios y al ser un puesto vitalicio era muy difícil rescindir de él, pudiendo heredarlo a sus hijos varones.

Entre ellos un gran maestro y orador captaba la atención de entre todos, llegando a controlar la mayoría del senado, lo que llamaba aún más la atención, es que no solía presentarse por mucho tiempo en las reuniones matutinas para discutir los asuntos del pueblo, prefería la tranquilidad y calma de la noche para debatir con algunos seguidores, llegando incluso a elevarse rumores de haber sido el principal instigador cuando cesar fue asesinado por su corte y colocando en su lugar a Octavio para poder manipularlo a su antojo.
Fue este quien conoció a ese joven romano cuyo padre le había designado un nombre común para todos: Marco Aurelio. Ese joven cuya belleza era llamativa, heredando a finura de los rasgos de su madre y la fortaleza de aquel general romano y ahora senador.

Marco Aurelio creció hasta cumplir los 18 o 19 años, a esa edad, era hábil con la espada al haber visto a los antiguos gladiadores que llegaban para el circo romano antes de ser prohibidos, de pequeño solía escabullirse y visitar a los mismos en las mazmorras para poder verlos, en ocasiones desde el coliseo, viendo como algunos terminaban devorados por animales salvajes y exóticos.
También diestro en el arco, y audaz e inquisitivo justo como su padre le había enseñado, siempre cauteloso sin hablar demás, el joven Aurelio le aguardaba un futuro brillante, o al menos eso era lo que el llego a creer.

Fue hasta una de las noches, en que el senador y orador le llamó a su hogar, que todo término para él. Aquel hombre no era otro más que un vampiro, un ser noctambulo que cada noche se alimentaba de la sangre de alguna pobre mujer u hombre que tenía la desdicha de cruzarse en su camino. Mas no sería el fin para ese joven que poseía todos los rasgos y anhelos que aquel viejo hombre pudiera crear en su “chiquillo”. Sedientos de poder, siendo la herencia algo muy importante para el clan, buscando sobre todo que su chiquillo fuera un ejemplo para los demás miembros, buscando a perfección, y que este continuare con esa misma educación y tradición.

Tomando al chiquillo entre sus brazos, dejando que el ritual de muerte-vida tomara su curso, dejó preparado una vez que este despertara para solo dedicarle algunas cuantas enseñanzas básicas, dejándolo con más interrogantes que certezas.

“No olvides mi pequeño, mantente oculto de los rayos del sol, busca lugares oscuros donde el sol no pueda abrazarte porque será lo último que llegues a ver, tus fuerzas aumentaran considerablemente, así como tus habilidades que descubrirás a cada paso, pero sobre todo, no olvidéis algo importante hijo mío, deberás de alimentarte de la sangre de tus víctimas, dejando el cuerpo antes del latido final o sufrirás graves consecuencias, cuando tengas tiempo, deberás dormir en un ataúd o sepulcro, pues ahora ve hijo mío, y haz tuya la ciudad de roma”.

Cuando la carta llego a su fin, esta fue destruida, y tomando un rumbo distinto por vergüenza y temor, se alejó de su ciudad natal, con rumbo desconocido, durmiendo por las noches bajo tierra o viejos castillos abandonados, llorando en silencio por su viejo maestro.

Marco Aurelio había muerto, cambiando el nombre tomo prestado un nombre que una vez escucho de su madre: Valek Folker [/c][/i][/b]

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