"Esa mujer" solo respiro hondo jamás había sentido ganas de poseer a alguien y hacerle daño, no, no iba a caer en su sarcasmo o en lo que sea que fuera toda esa actitud hostil y amable, simplemente se iría a descansar también a la misma habitación pero en frente.

— No la perderé, así como tampoco lo haré contigo de vista, que descanse, señora Vanya.

— Eres grosera y malintencionada en repetir ese rumor frente a mí. ¿Esperas que confirme si es cierto?

Emitió una breve risa; su tono no era de molestia. Se divertía sembrando dudas y suposiciones en la humana.
Bosteza cerrando uno de sus ojos. No estaba tan agotada, pero necesitaba descansar porque la presencia de Zora, toda su actitud, parecía absorber su energía poco a poco.

— Me iré a la cama. Oh por cierto, es una daga muy bonita esa que cargas...no la pierdas.~

— Parecía que lo disfrutabas

A pesar de su mirada caída se concentraba en aquella mujer. No confiaba en ella pero a veces se comportaba como si fuese de fiar, Zora no podía bajar la guardia por más inocente que la rubia se viera.

— Los rumores dicen que eres un Homunculo.

Le impresionaba que en aquel lugar llegará las primeras nevadas que eran sutiles, Zora se preparaba para una larga nevada en aquel castillo.

El recorrido del frío metal podía sentirlo, incluso con la tela de su vestido interponiendose.
Vanya había cerrado los ojos suspirando, parecía esperar un ataque pero sus párpados volvieron a abrirse estando en silencio por un diminuto instante. Y ahí estaba, su sonrisa de nuevo.

— ¿Por qué hiciste eso?

Se tocó el pecho, frotando sobre su busto con su respiración levemente irregular.

— Las muñecas no pueden concebir hijos, es por eso que me siento una. No importa cuánto placer pueda concederle mi cuerpo a un hombre, ellos no pueden darme lo que quiero; el deseo no significa nada para mí.

Rompe esa cercania dando un paso más, con su daga favorita a la mano, la saca y desliza la punta desde el vientre ajeno hasta el medio de sus senos finalizando en aquel mentón, elevando la vista de la rubia hacia la plateada.

— Para que alguien te desee como mujer, no importa si faltara algo.

Retira el filo de la punta del menton contrario en esa tensión curiosa entre ambas, era cercano y a la vez con límite.

— Muñeca, te queda el apodo.

Guarda la daga en su cintura.

— ¿Cómo dices...? Termina tus palabras, por favor.

Era curiosa esa mujer. Vanya sentía que siempre estaban en un límite, entre la hostilidad y una extraña amabilidad, guiadas por la curiosidad que sentían la una por la otra.
Se dedicó a esperar su respuesta cerrando los labios con una sonrisa, paciente como podía llegar a ser.

La feminidad y delicadeza cuando se acercaba era hipnótico, simplemente en frente de ella dejaba que se acercará.

— ¿Que será eso que tengo que tú no?

Siempre hablando con carencia de expresión y con una voz tranquila y firme ante los encantos melodiosos de la rubia.

— Para mi cumples con lo necesario como para ...

Pendiente de esa atención que recibe es que Vanya da una vuelta lenta frente a Zora, rectificando sus palabras. Le sonríe, dejando los brazos caer a ambos lados de su cuerpo.

— Tienes razón, me veo como una mujer. Tu y yo somos mujeres aunque mi cuerpo por dentro no sea igual a ti. Carezco de algo que tú, y cualquier humana tienen.

Para nada artificial, eres una mujer ¿No? Una real... —Le mira de pies a cabeza detallando esa figura femenina—

Te lo dije, ¿no luzco artificial? Es un encanto diferente.