Los esponsales.
«Coloca frente a ella un anillo; en su acero limpio estaba el grabado del lobo. Él alzó su propia mano, mostrando el mismo anillo entre sus dedos... — ¿Quieres hacer de este vagabundo la esperanza de su mundo? —.»

Portaba en su anular zurdo aquella argolla que resplandecía en la penumbra de su habitación, elaborada por elementos puros que en conjunto representaban la promesa de su amor. Besó la gema recordando a su querer, para de esta forma presente poderle mantener; aún en la distancia o la desaparición, aquel consuelo que le mantenía firme ante cualquier conflagración.