—¿Por qué? ¿Tienes miedo o sólo es impaciencia? —ríe un poco, se sonríe incluso, mas no muestra molestia o incomodidad ante la cercanía de Vi; se aferra a ella como puede pese a tener sus manos ocupadas, y ahora con la vista observando los papeles que mantuvo bajo el brazo desde hace una hora aproximadamente. La última pista sobre el robo de las joyas las había llevado hacia los callejones de Piltóver, y finalizaban hacia una de las tantas callejuelas del distrito de Zaun. No le sorprende que las conexiones entre ambos polos opuestos sean tan recurrentes después de todo. La puerta delante de ellas llevaba a un burdel, pues a juzgar por el nombre "Las Cariñosas" una vez alza la vista, se detiene delante de la entrada. —Siento que ya hemos pasado por esto —entrecierra sus ojos de momento, mirando a Vi de soslayo y a cierto sitio que la llevó hace un tiempo—. ¿No te suena familiar?

Arropó ese cuerpo con uno de sus brazos siendo guiado por ella misma y continuo la caminata hasta la puerta de aquel recinto en dónde estaba la última pista por recoger. — ... ¿Sabes?, Es solo este dato para terminar de informe, ¿Crees qué termine aquí?— Pasará lo que pasará la protegería con su propia vida.

Tras alejarse y volver a su posición, la caminata no parecía haber cambiado su curso. Sin embargo, el escenario se tornaba lúgubre, pero con Vi a su lado y la determinación de Caitlyn del otro, aquello no parece lograrle hacerla regresar por donde vino. Mientras que el informe era tomado bajo el brazo, toma la otra mano de Vi para llevarse su brazo sobre encima de los hombros; si quería mantener una cercanía, lo haría a su manera y sin manoseos... No por ahora.

De inmediato y con gran violencia el rostro de VI se ruborizó.
A veces le sorprendía la forma de ser de su amada pero era algo que le aceleraba el corazón. — ¡Uff!, Estoy llena de ansiedad ahora — Tuvo que abanicarse algo de aire a su rostro con la mano libre para continuar con su camitana.

—Podrás disfrutar, Vi... —mientras mantuvo el informe entre el brazo derecho y su cuerpo, termina por apegarse al costaddo de su pareja para dirigirse hacia su oído. Ahí mismo susurra algo que, con el cuidado y recato que debe tener, procura que sólo sea ella quien escuche. A juzgar por la sonrisa de sus labios, aquello que bien pudo haber dicho haría ruborizar hasta al más descorazonado.

— ¡Jajaja!, Pero qué rápida... No me dejaste disfrutar ni un poquito — Mantuvo una sonrisa cargada de picardía pero ajusto su mano alrededor de aquella cintura con el mismo ahínco con el que se atrevió a tocarle el trasero.

—Primero iremos al ministerio de ciencias y-... —se sobre exaltó un poco, pero a sabiendas que se trata de la mano de Vi, toma la muñeca de su pareja y la sube hasta la cintura —Alto ahí, te agarré con las manos en la masa.