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—¡Woah! Sin lugar a dudas me siento desnuda sin la armadura.
 
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[...]— Irás adelante por obvios motivos, ¿qué prefieres?
[...] guerrera. Bajó su mano, asintió por unos instantes, no solo a la explicación que dio respecto a este entorno tan marginal, sino también a su sugerencia, guiada por la sensatez y la indulgencia hacia sus compañeras; era lógico y tal vez la rubia esperó una respuesta positiva a su recomendación, mas él solo embozó una expresión absurda en lo despreocupada que fue, sonrisa socarrona y manos que acompañaron el encoger de sus hombros— ¿Para qué? Las cosas son más divertidas con incertidumbre —cerró los ojos para dejar escapar una malévola risa, claramente que ella podía hacer su parte, pero esperó un poco de confidencialidad, un pequeño secreto entre ambos, quizá el primero de tantos—. Sé dónde está la entrada principal, pero podemos buscar la secundaria con un extra de esfuerzo, lo que decidamos aquí es lo que hacemos —buscó la mirada de su compañera, taimada era la propia, digna de un demonio... O de un sádico que encontró regocijo en los contratiempos en las aventuras [...]
Las palabras de Vrynna le hicieron pensar en muchas más cosas que esta incursión hacia las catacumbas. Primeramente se sorprendió por la elocuencia ajena, notó ausencia total de titubeo, propio del experimentado aventurero que su supo bien aprendido por la victoria, los errores y la instrucción del ensayo; lo otro que llamó su atención fue exclusivamente su oratoria, pues antes de esta charla privada realmente la creyó maldita por el tacto del Dios de la Ignorancia, conclusión que obtuvo no solo por ser incapaz de adentrarse con facilidad en su mente (como ha de ocurrir con las demás), sino por su preocupante simpleza. ¿La prejuzgó, haciendo gala de esa horrenda costumbre que adquirió desde siempre? Prefirió simular, solo enfocarse en el tópico que al grupo compete, hubo más tiempo para indagar en su vida en otro momento. Al escucharla prestó especial atención al mapa, incluso escondió sus labios tras el metacarpo del índice, expresión que cambió cuando elevó sus ojos hacia la [...]
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y en la segunda entrada. —Su índice comenzó a oscilar cercano a los pies de las montañas en señal indicativa —Este espacio es vital ya que nos daría acceso a la cámara, pero si el flujo de maná realmente existe y se concentra, lo más probable no es que hayan solamente trampas —la existencia de algo más allá de sólo trampillas con flechas o pistones de piedra moverse a los pies era algo por lo cual temer, sí, pero no dejaba de pensar en esas enseñanzas que su maestra de antaño pudo mostrarle a Vrynna sobre las artes oscuras y quienes las manejan—. Tenemos que hablarlo con los demás, ¿no te parece?
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Podía parecer bastante dispersa y con pérdida fácil de sus atenciones a simple vista, pero tan pronto la breve explicación de Gaikos sobre las catacumbas, en relación con la familia perteneciente de estas, logró despertar en ella recuerdos ligeramente inquietantes sobre su vida como doncella. —Entiendo que los flujos de maná no sólo atraen peligro, si no también a otros cazarrecompensas dispuestos a hacerle frente a quienes sea, con tal de llevarse el botín —quizá sus palabras resonaban en su cabeza como situaciones "medianamente cotidianas", pero la vida en solitario le enseñó que los peligros vienen no de los muertos, si no de los vivos. Sus ojos pasan de Gaikos hacia el mapa trazado antes por él, acercando el índice para apuntar hacia la zona posterior que rodea una de las tantas montañas —Toda catacumba tiene una entrada aparte de la principal, Gaikos. Si las trampas están en algún sitio, lo más probable es que estén centradas en la zona principal de la cámara de la familia [...]
[...] me enteré que, muchas lunas atrás, existió una fortaleza perteneciente a una familia acaudalada; no pude ver todos los detalles, pero no quedó absolutamente nada de lo que fue antes, excepto las catacumbas de estos nobles, cuya entrada está enterrada bajo la vegetación, por voluntad del bosque —mientras él le contó esto, su dedo índice dibujó el terreno dónde otrora se hallaba esa fortificación. ¿Fue el anciano méndigo parte de la servidumbre de ese lugar? Gaikos se olvidó de este detalle, quedándose únicamente con lo importante, esa información ignorada por la totalidad de los habitantes de la localidad dónde pararon en esa ocasión—. Si hay flujo de maná, como mínimo habrá trampas —concluyó tras alejar su mano.
Su sonrisa afable menguó tras esa respuesta tan benévola al resto del grupo, no le disgustó, pero lo tomó como una opción acertada dada una emergencia, el relajante pudo servir como sedante. Volviendo al tema central, la expresión cambió aún más cuando ella se acercó hasta su posición, el hecho de que estuviese cerca de cosas tan importantes y frágiles no le causó mucha gracia, por eso estuvo atento, la conversación sirvió para simula su recelo—. Principalmente cadáveres, eso debería ser lo común a toda catacumba —explicó lo más evidente, mas empleó estas palabras para comenzar a explayarse—. pero aquí hay algo que se intenta proteger, detecté algunos sellos antiguos, así como también lúgubres —mientras explicó esto llevó su diestra hasta el mapa de la región, lleno de marcas curiosas, su dedo índice se posó sobre la ubicación de estas catacumbas—, además hice una pequeña investigación en solitario, me adentré en las memorias de un viejo que se decía ser importante [...]
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—¿No sería más prudente ofrecerlas a los demás? Yo con una buena ración de comida, algo de bebida y estaré como nueva —aunque su sonrisa permanece, la preocupación aflora tan pronto prefiere pensar en el bienestar del grupo que en sí misma; una escudera que, si bien su trabajo era lanzarse directo al peligro, estaba consciente de ello. Sus pies iniciaron una breve caminata solamente para situarse frente de las pertenencias de Gaikos, y pronto tomar asiento en la zona pedrada y la hierba fresca. Los artilugios eran extraños, especialmente para ella que viene de una familia de alta alcurnia como lo recuerda. —Jamas he entrado a unas catacumbas, si te soy honesta —frunce ligeramente el ceño, pues no puede imaginar la clase de cosas que hallarán en zonas tan inhóspitas, alzando su vista hacia él—, ¿Qué encontraremos allá? —esperando que tenga una respuesta para la curiosa escudera, esta se dedica a volver a echar un ojo al suelo, a los objetos como si la curiosidad de una niña fuera.
Él se hallaba sentado, mapa y otros escritos desplegados, así como pociones y distintas utilidades a considerar en una expedidos como tal. Pausó los preparativos para observarla con seriedad, le sorprendió la elocuencia con la que ella se comunicó, sin perder cierta chispa alegre de la que antes hizo gala. ¿Se sintió tranquilo? Al menos la decisión de Livi pareció mejor sostenida— ¿Necesitas alguna posición relajante? Las catacumbas están abandonadas desde hace mucho, no me sorprendería que debas mover cosas realmente pesadas, mientras mejor descanso tengas mejor para nosotros también... Y para tu cuerpo, claro —le ofreció con una sonrisa más amigable, propia de un amigo... ¿La reconocía como un ser pluricelular?
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—No debería, pero asumí que puede ser un mejor momento ahora que estamos asentandonos en esta zona antes de entrar a las catacumbas. Un descanso a mi espalda y pronto volveré al ruedo —sonríe con entusiasmo, a lo que lleva el mandoble justo al hombro en señal de confianza, la cual se maximiza con las últimas palabras de Gaikos. —Mientras yo esté aquí, seré su escudo y la protección que mi cuerpo pueda brindarles. Es mi trabajo.

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