*Grave error, porque de un instante a otro, Kanato transporto a ambos enmedio de un lúgubre y oscuro cementerio, cuyas lápidas estaban derroídas y descuidadas por el tiempo.*

- Creo que Teddy desea regresar conmigo. De lo contrario, ¿desearás hacerles compañía? -señaló a las tumbas en referencia a ellas.-

-Una ligera vena resalto de la ciencia del varón, no estaba acostumbrado a ser ignorado tanto tiempo y acercándose al menor, le arrebataria su peluche, murmurando-
Teddy...
¿Por qué no mejor te vienes conmigo? Tú dueño ya... Se fundió (?)

*Kanato continuó con el demostrar de su bella voz, misma que pocos poseen, haciendo caso omiso a las palabras del joven, cuya intención es retenerlo, evaluar hasta dónde él puede también llegar*

- Y por las noches, puedo sentir su calor. Su dulce magia, me hace perder la razón, y de mis sueños creo que un dia escapó, para esconderse dentro de mi corazón ...

-Al no recibir una respuesta, el varón se cruzaría de brazos y seguiría escuchándolo... No era una persona paciente, pero quería saber hasta qué tanto llegaría el pequeño vampiro-
....
Creo que Teddy me está diciendo algo.

*Kanato embozó una sutil sonrisa, continuando su melodioso cantar, la presencia del joven le es agradable, sobretodo si éste le escucha.*
- Quiero saber, si esta fué la magia de tus labios, hay perfume de mujer, flotando aquí. El conjuro de un cuento de amor, ya me atrapó, lo puedo sentir.

-Al escucharlo cantar, el varón de detendría y girando el rostro para verlo, comentaría-
Deberías denunciar eso (?) El maltrato infantil está penado jajaja.
O bueno, en todo caso yo no fui.

*Si algo posee Kanato, es el don de querer fastidiar hasta el cansancio. Siendo capaz de desaparecer y re aparecer de un instante a otro en un lugar diferente.*
- Hoy desperté con un montón de marcas en mi piel, alguien por la noche me las dejó. -cantaría con su melodiosa tonalidad de voz-

Y los vampiros tan arrogantes pensando que pueden tomar lo que quieren...
-Suspirando con ligera pesadez, el varón daría media vuelta para alejarse del niño, ignorando su gesto sadico-

- ¡Ha!, jajajajajajajajajajaja. Todos dicen lo mismo. Humanos, siempre tan orgullosos e ignorantes de todo, son tan desechables como los pañuelos de papel. -relamió sus labios- ¿Crees que es una pregunta?, ¡Claro que no!, pero jamás negaré que es divertido jugar con la comida!.

Mi vida merece algo mejor que solo matar...
-De inmediato frunció el ceño al escuchar al menor-
... Ni lo pienses niño, mi sangre no está en tu menú.