Tener cerca a Avery tranquilizaba sus nervios. Su forma posesiva y protectora de tocarle era lo único familiar entre tanta novedad. Se aferraba a ello. — Sigue hablando así y te van a traer paella. — Se burló del acento del otro, acercando su rostro para presionar los labios contra la mandíbula del otro. Simulaba un gesto cariñoso, pero en realidad le estaba susurrando. — Nuestra última oportunidad de huir será tocando tierra. El avión está por despegar, piénsalo bien. Seguiré a tu lado decidas lo que decidas. — Le dejó claro antes de separarse, mientras el avión se deslizaba sobre la pista de despegue.

Asintió varias veces, correspondiendo los apretones de mano cuando lo sentía demasiado nervioso. Todo aquello hedía de lo mal que estaba, el nerviosismo aún estaba en su estómago, pero trataba de ocultarlo, una forma tonta y vana de proteger a su novio. Se sentó junto a él, dejando la mano apoyada contra su pierna, como una forma de apoyo emocional, además de un signo de seguridad. Él lo tenía claro al menos, siempre había sido el escudo de sus amigos, de la Orden, Avery era la fuerza bruta del equipo y nunca le había molestado dejarlo en claro; si algo iba mal, sería el primero en saltar para defenderlos a ambos. —Venga, venga ya, ¿Qué nos le dijeron que nos sirvieran el tequila o qué? ¡Joder! —Su acento español salió, quizás por que internamente era una forma de tranquilizarse. Miró molesto a la única azafata que al parecer había en el avión, mientras chocaba sus palmas— ¡Joder tía, que mi mano está vacía!

Si Varick pudiese definir sus habilidades usaría una sola palabra: oxidadas. Había pasado un buen tiempo desde que se ausentó de las misiones, tanto que dudaba de ser tan ágil como antes lo era. Tal nerviosismo le tenía apretando la mano de Avery cada pocos segundos. Le necesitaba a su lado si quería tener éxito. — ¿Plan B? Casi nunca los necesitamos. — Le respondió con cierto tono burlesco, aunque pronto su expresión cambió. Aquel avión era completamente diferente a los que la organización envió en el pasado. Parecía que habían conseguido más presupuesto. Le miró con cierta seriedad, aunque su ceja se alzó. — El Plan B es correr. — Terminó de abordar el avión, yendo hacia uno de los varios asientos vacíos.

Era una sensación extraña ir en el auto de la Organización tomando la mano de Varick, no por que le incomodara realmente el demostrar afecto por el rubio, si no por que nunca antes se había comportado así. Viajaban ligeros, una mochila cada uno al hombro, no más. Ni siquiera su celular llevaba, solo el pequeño localizador que llegó junto al paquete donde les informaban de la misión— ¿No debimos de preparar un plan B? —Ambos coincidían que aquellos era demasiado errático para haber sido organizado por la Orden, sin embargo, ya estaban abordando el avión, no había vuelta atrás.