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V1578243 · M
[code]Había añorado tanto por ese momento. La Niebla Negra se había arrastrado por Runaterra durante siglos, llevándose consigo cuanto rastro de vida encontraba a su paso. Tuvo que pasar tanto tiempo para estar al fin a su lado, un retorcido alivio por parte de un hombre que renunció a la vida para recuperar a su amada esposa.
Aunque solo fueron segundos, el rey se dio el tiempo suficiente para disfrutarlo. Estaba embelesado en ese orbe de luz que sujetaba en su mano, al punto que se había olvidado de la Niebla a su alrededor, o de los espectros que aullaban cada vez que eran fulminados por las armas reliquia. Ni siquiera tenía oídos para escuchar al centinela que entre gritos estaba llamando a la mujer postrada a sus pies. Para Viego, lo único que era digno de llevarse toda su atención era su amada Isolde. Tal vez no era la misma que en vida había conocido, pero podía sentir esa parte de su alma, tan pura e incandescente, que según él lo [...]
Aunque solo fueron segundos, el rey se dio el tiempo suficiente para disfrutarlo. Estaba embelesado en ese orbe de luz que sujetaba en su mano, al punto que se había olvidado de la Niebla a su alrededor, o de los espectros que aullaban cada vez que eran fulminados por las armas reliquia. Ni siquiera tenía oídos para escuchar al centinela que entre gritos estaba llamando a la mujer postrada a sus pies. Para Viego, lo único que era digno de llevarse toda su atención era su amada Isolde. Tal vez no era la misma que en vida había conocido, pero podía sentir esa parte de su alma, tan pura e incandescente, que según él lo [...]
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