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La Niebla Negra se esparcía. A veces se enturbiaba y cambiaba mientras las figuras deformes se movían entre la neblina densa. Sí, la Niebla había encontrado aquello que ignoraba el Purificador junto a la Redentora, el fragmento único que residía en su amada esposa, advirtiéndole de la presencia de aquel dueño de esa plaga en movimiento que solo drenaba monstruosos espectros, Viego. - ¿Senna?, ¡¿Senna?! - La voz del Purificador sonaba dentro de aquel peligroso lugar junto a los disparos de sus armas reliquia. En ese momento contuvo la respiración, evitando que la desolación lo abrumada, hasta que lo único que pudo escuchar fue el sonido de su propio corazón. - ¡No! - En un giro observó con sus ojos a su amada en el suelo frente aquel dueño de este velo de la muerte. Causando que el recuerdo del sonido de las cadenas de Thresh lo hicieran congelar, sintiendo que la podía perder de nuevo ante esa presencia. - ¡Aléjate de ella! - (1/3)(...)
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