Con su mirada de pocos amigos, la única y usual en ella, siguió al idiota hasta que se alejó. Incluso compuso una mueca ante tal falta e invasión al espacio personal. Quizás podía ser exagerado pero en cuanto a ella se refería, cuidaba bastante su espacio personal.
—No me agradó—. Sentenció.

—Amén —delimita a pronunciarse una vez más. Mientras el sujeto en cuestión terminaba de encenderse el porro y pasaba a retirarse de la mesa, él (Vadim) simplemente jugaba con la baraja entre sus manos. Aún cuando no estaba en la partida de sus camaradas, él parecía estár bien jugando Solitario, siempre y cuando tenga a su compañera de cigarrillo al lado.

—Mientras sea su porro o sus cigarrillos, puede meterse lo que quiera. Corre peligro de perder la mano si osa hurgar en mi cajetilla o siquiera tomar mi encendedor.

—Es mucho mejor que un tío al lado tuyo intentando fumarse un porro, ¿eh?

— El ruido es tolerable. Invasión a mi espacio personal sin mi consentimiento me jode bastante.

—Y que lo digas. Eso y la gente ruidosa son lo peor.

—Maravilloso. Detesto ese tipo de invasión en el espacio personal.

—Salió, salió. No volando pero sí volado.

—Debió salir volando.