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When a man is denied the right to live the life he believes in, he has no choice but to become an outlaw.
 
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V1574515 · 31-35, M
—Me encanta tu motivación —acota tranquilo, con sorna en sus palabras, y c0n esa mirada un tanto inquina a la espera de lo que dentro se encontrarán. Al pasar el umbral, Vadim se encamina por un pasillo oscuro, donde el bullicio se maximiza acorde cada paso que da, y el sonido de las suelas se ve opacado por la música de mezcla alternativa. Ya dentro, se pueden ver algunas personas pasandolo bien, y más al fondo, como es de esperar, se ve el cúmulo de gente a través del túnel donde los llevaría a su destino.
s1579242 · F
¿Era un sueño acaso? Se le había ido la lengua y su acompañante no hizo preguntas ni se quiso hacer el psicólogo para analizarla, comprenderla y ayudarla lo que ella interpretaba como que pasaban por el mismo problema. No iban a fundar un grupo de ayuda ni nada parecido pero de cierta forma era... "agradable" saber que no era la única que debía lidiar con las órdenes de un superior.
Terminó pronto su cigarrillo y lo poco que quedaba lo mató estampandolo suavemente contra la pared más cercana. Botó el filtro por ahí y lo siguió. — Estoy lista para ver una buena pelea. Para eso me arrastraron aquí así que lo menos que puedo hacer es disfrutar del espectáculo... —. Sonrió a medias y emprendió camino al interior.
V1574515 · 31-35, M
Escucha atento palabra por palabra. Como si ese mismo desdén irradiado de ella lo sintiese tan familiar; De hecho, podría decir que comprende su situación, pero el no saber exactamente qué es lo que la atiene a ese lugar, decide guardarselo para sí, apelando más por el silencio infundido. Una última calada extendida termina con casi medio cigarrillo, quizá un poco más allá, por lo que lo retira de los labios con un golpe de su lengua y lo deja caer al suelo, pisoteandolo luego para no dejar restos de lumbre en el tabaco —. Eso lo averiguaremos pronto —dijo con confianza. Sus manos pasan a acomodarse el cabello (de por sí desaliñado), para terminar dando media vuelta y en dirección a la puerta auxiliar. Antes de emprender una caminata hacia el interior, decidió echar un último vistazo a su compañera de cigarrillo —. ¿Piensas quedarte aquí y adivinar el resultado o prefieres ver unas buenas hostias para no quedarte con la espina?
s1579242 · F
—O quizás tengo la correa corta...—. Escupió con desdén. En apariencia no pertenecía del todo al lugar, casi no había mujeres y las que habían no eran precisamente meseras. Ella estaba ahí por orden del perro de su jefe ya que si de ella dependiese estaría en todos los lugares excepto ese. —Debo estar aquí, si fuera mi decisión, estaría fumando mi cigarrillo en otro sitio. Pero, ¿qué se le hace? Sólo espero que tu amigo le rompa la cara a su oponente para no sentirme tan decepcionada...
V1574515 · 31-35, M
—Todavía no me toca seguir saldando mi deuda —comenta con naturalidad, siendo el cigarrillo consumido tras una larga calada que lo hace gesticular una mueca de incomodidad. El humo exhalado escapa desde sus labios, como si de una cascada grisácea, y al tomar el tabaco entre sus dedos para deshacerse de la ceniza, lo devuelve a su lugar. A su vez voltea el rostro y la observa por fin. No parecía pertenecer ahí, cosa que llama su atención —. Tan aburrida tuviste que estár para venir a este sitio de porquería —emite una leve risotada.
s1579242 · F
—Cuestión de gustos. Si no va contigo, no va y es respetable—. Dio una calada, retuvo el humo un instante antes de liberarlo poco a poco entre sus labios, incluso logró hacer un pequeño circulo al final. Escuchó acerca de la pelea del amigo de su extraño acompañante y ahí fue cuando le prestó un poco más de atención. Alto, trabajado, marcado por algunos tatuajes, mirada vacía, voz grave y nudillos marcados; si definitivamente pertenecía al lugar. Creí que bas a subir a dejar un poco de adrenalina —. Comentó. En realidad ignoraba quienes se romperían los huesos esa noche, a ella la habían arrastrado prácticamente al lugar para observar.
V1574515 · 31-35, M
—Hhm, ya. Supongo que será que me he jodido un poco el sentido del gusto —musita a medida que se lleva el filtro del cigarrillo a los labios, descendiendo un poco con la sola intención de encender el cigarrillo con el mechero contrario. Ahora que logró tener algo de lumbre, se alzó de nueva cuenta, dio una profunda calada del tabaco y lo soltó desde sus fosas nasales, relajado —. Como la mayoría que hemos venido —agrega con esa voz grave, pues la combinación de tabaco, alcohol y una buena tunda era producto del aspecto callejero del varón —. En un rato más peleará uno de mis colegas, pero la verdad prefiero quedarme aquí, tranquilo.
s1579242 · F
— Es lo que he oído. Cuestión de gustos, supongo, porque yo no tengo problemas en fumarlos—. Se encogió de hombros y prendió su encendedor cerca del contrario para que lo pudiese encender. —Si, me invitaron y no tenía algo más en la agenda, así que aquí estoy—. No estaba ahí precisamente por gusto pero no podía hacer mucho, órdenes eran órdenes y debía cumplirlas sin chistar. Para olvidar eso sacó un cigarrillo, lo llevó a sus labios y lo encendió.
V1574515 · 31-35, M
—Cuestión de gustos, tanto en sabor como... Bueno, sí, en sabor —y no había peor sabor (para él) que el tabaco mentolado recorriendo las papilas en su boca. De solo imaginarlo, su rostro gesticula una mueca de asco sin remedio. Pero tan pronto recupera la compostura, extiende la mano derecha para tomar un cigarrillo —. Gracias, necesitaba uno de estos. ¿Has venido por la pelea también? —no entró en detalles. Todo se resume a un sitio de peleas clandestinas, alcohol, violencia y todo lo que implique cosas ilícitas.
s1579242 · F
— ¿Por qué los hombres y los mentolados tienen tan mala relación? Son peor que agua y aceite—. Antes de tomar la botella sacó de su bolso su cajetilla y encendedor. Eran los equivalentes a un labial y espejo de otras chicas; algo que no le podía faltar. Le ofreció lo pactado.

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