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—Haha. Sobre todo tú y yo.

Notó el acto con el insecto. A pesar de lo que representaba el rey de las hadas, criaturas así le aborrecían en sobremanera. Dio un suspiro para luego sonreírle de nueva manera.

—Qué linda. Te consideras la enfermedad. Suena tierno viniendo de una cachorrita.
Nai nai para nada yo soy la enfermedad.—Dijo como si nada permitiendo que por su pierna se subiera una pequeña Escolopendra, la cual recibió dándole un pedazo pequeño de paleta para que también se refrescara. Hace tanto calor que se dieron de baja ellos mismo, así que somos solo tu y yo contra la nana.—
—Sí que no tienes remedio.

Observó a la mujer divertirse de lo lindo con sus reacciones. Pero a él poco le importaba. No le importaban muchas cosas. Pero de cierta forma se sentía en paz cerca de esa mujercita tan habladora.

—¿Hoy no te siguió tu séquito de admiradores?
𝐋e saco la lengua de manera divertida. No quiero yo no sigo tus ordenes.— Claro que la imagen que estaba obteniendo no seria fácil que se borrara de sus pupilas; mordió la paleta obteniendo una buena parte de ella y inclinado su cuerpo hacia atrás sonrió por su agradecimiento. Ya logro que dijeras gracias con eso estoy feliz.—
—Cállate—

Infló las mejillas ante la comparación. Ser un servant le daba un conocimiento promedio de la sociedad moderna, y el símil de una escena donde una criatura fantástica del bosque protesta sobre un regalo pues le pareció irrisorio y a la vez molesto. Sería ese afán de gustarle lo que es ficticio.

—Gracias.— Susurró momentos después —Espero no creas que te lloveré flores por esto.
—¿No la quieres? Que mal entonces me la comere y- ¡Uy!— Vio como Oberon se comía aquella paleta de un tris a un tras, casi le fue imposible el aguantar su risa infantil ¿No que no? era divertido ver como decía no y su cuerpo realizaba otro movimiento. Vale te ofende muchísimo pero lo tomaras.— Emulo una frase de la pelicular animada el Lorax mientras degustaba su paleta dándole un poco de alivio.
—No necesito una paleta.

Pero la devoró al instante, la probó como nunca. ¿Será su parte hada o su parte insecto la que le motivó a tomar ese bocado dulce que se derritió sin más dentro de su boca, por encima de la lengua? Sí, era lo dulce su gusto culposo.

—Pero soy educado como para no negarme.
𝑳e miro derretirse como una paleta ante el sol, no dijo nada pero estaba riéndose a sus adentros mientras partía en dos justamente una paleta para compartirla. Deja de verme así se que estas con calor.—

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