—Cierto, las uniones podrían beneficiar al reino, pero...— quedo pensando en sus palabras, entendía que era una oportunidad especial para el monarca y más para el reino del qué era devota, pero casarse con un desconocido. —¿El hijo del Duque...? ¡Mi rey! Creo que un baile sería ideal, pero... ¿Cree que sea bueno ahora que la tregua entre reinos se está formando? Es decir, tendría que invitarlos para que no parezca que la tregua es solo superficial ¿Cierto? Ya si en el camino Wilde y yo conocemos compañeros, bueno... [?]— Se notaba el nerviosismo en sus palabras, no quería negarse ante el monarca pero aceptarlo sin más le era complicado.
— Pienso siempre en las cosas del Reino. Y de entre ellas, pienso en las posibles y más convenientes uniones matrimoniales de nobles y miembros de la élite política y comercial, querida. — El monarca veía a la joven como si se tratase de su propia hija, aunque esa actitud era a raíz de su frustración al no haber podido tener un hijo. No obstante, siempre quería el bien para todos en su Corte Real, aunque tomara medidas un tanto cuestionables. — Hace poco, el Gran Duque de los Avestruces mostró interés en una doncella para alguno de sus hijos. Si quieres, puedo organizar un baile real y así, puedas conocerlos mejor. También podría invitar a las jóvenes casaderas del Reino, para que Wilde las pueda conocer.
—¡Pero majestad-! ¿Qué cosas dice?— la peliverde se sonrojo considerablemente por la nueva tarea impuesta. —Aun estoy en edad casadera. Usted debería pensar en cosas del reino, no en mi matrimonio.
