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—Bamboleándose por la habitación, su visión aún borrosa por la medicación, Altair agarra a Mirach por la muñeca y, con una risa traviesa, lo arrastra hacia la cama—. ¿Y si hacemos algo... divertido, eh? —Se coloca encima de Mirach, sus ojos brillando con picardía, aun si están levemente opacos debido a los remedios.
 
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User1583788 · 26-30, M
El gemido que escapó de Mirach al ser embestido resonó en los oídos de Altair, avivando aún más su pasión. El ajuste de su amante, esa resistencia inicial que gradualmente se convirtió en una entrega total, lo llevó al borde del delirio. Las suplicantes palabras de Mirach no hicieron más que empujarlo a profundizar cada embestida.

—¡Mirach!— El nombre salió en un rugido de pura lujuria. Con un movimiento feroz, levantó una de las piernas de Mirach sobre su hombro para conseguir un ángulo aún más profundo, y sin vacilar, aumentó el ritmo de sus estocadas, golpeando el punto más sensible de su amante una y otra vez.

El sonido de sus caderas chocando, junto con los gemidos y jadeos, llenó la habitación. Altair estaba perdido en el éxtasis, y cada vez que sentía la necesidad de Mirach, se volvía más salvaje, más desenfrenado.

—No... no te detendré, amor—prometió con voz ronca, aferrándose a Mirach como si su vida dependiera de ello. Cada embestida era un testimonio de su amor.
 
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