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Giraba, se columpiaba y seguía adelante. Alcanzó a vislumbrar que ella entraba a una vivienda, lo que mostraba que ella no tenía problemas en pasarse si le divertía lo suficiente. El héroe de azul se lanzó a la pared, sujetándose con las garras retractiles y escaló lentamente. No podía asustarla o se alejaría, pero más que nada, no debía darle su ubicación o podría ser recibido con un contraataque.
Se tiró sin siquiera pensarlo dos veces. A veces, esa parte más animal de él tomaba el control y lo empujaba a esto. La vio caer por igual e incluso sujetarse a una pared para lograr amortiguar el impulso. A diferencia de ella, Miguel no lo hizo. Dejó que su cuerpo cayera a 3 pisos antes de lanzar un par de telarañas hacia las paredes y tirar con fuerza para salir disparado hacia las calles donde ella iba.

La mujer era veloz, más de lo que había sabido por los registros. Y era más peligrosa de lo que pensaba. Seguramente no sabría qué era lo que llevaba manos pero...¿Y si llegaba a descubrirlo? Pondría en peligro todo el Multiverso. "Carajo, carajo. ¡Carajo!" Se gritó a si mismo mientras se columpiaba, conforme buscaba los últimos rastros de la mujer. Ahora era tan tonto como Morales. Sintió que le reventaría la cabeza si seguía pensando en esto.

—LYLA, traza posibles rutas que tome Black Cat. No puede escaparse.

Giraba, se columpiaba y seguía adelante. Alcanzó a vislumbrar
FeliciaHardy1569815 · 31-35, F
Intentó controlar la intensidad de sus jadeos, y se aguantó las ganas de echar un vistazo al brazalete, cuando le pareció escucharlo. La gata se afirmó a la escalera de emergencias de uno de los edificios, y comenzó a escalarlo. Sí que extrañaba esa adrenalina, pero esta vez su instinto le decía que no se confiara del todo. Debía pensar bien en cómo salir ilesa.

Pero a su vez lo quería seguir provocando, así que de pronto rasgaba el fierro de los barandales para hacerle saber por dónde iba. Pero tenía que improvisar, ya que saltar de un techo a otro sólo la dejaría expuesta. Menos mal que en el cuarto piso encontró una ventana abierta.

Y sí, tuvo el atrevimiento de entrar en casa ajena. La hora les daba la ventaja de que seguro todos los que ahí vivían ya dormían. La oscuridad y el silencio de ese hogar lo indicaba mientras se deslizaba como un fantasma entre los pasillos de la vivienda, sin saber bien qué hacer ahora, ¿entrar en una habitación y ya? Era capaz de eso y más.
FeliciaHardy1569815 · 31-35, F
Se tiró al vacío riendo y admirando por segundos su nueva (pero seguramente temporal) adquisición, hasta que se dio cuenta de que el robusto arácnido caída en picada, cual bala hacia ella.

No, no se veía para nada como "él". La ladrona resguardó el brazalete entre su escote las garras retractiles de ambas manos sobresalieron unos centímetros más de lo que le mostró segundos atrás. Enseguida las clavó en los muros de ladrillo rojo de aquél edificio al más puro estilo clásico neoyorkino, amortiguando la velocidad de su caída, soltándose dos pisos antes del suelo y saltando al piso, cayendo en cuatro patas, haciéndole honor a su apodo.

Ni siquiera echó otro vistazo hacia arriba. Su única ventaja era conocer tan bien el sector y la velocidad que le brindaba su fuerza sobrehumana, para correr entre las calles más oscuras del barrio, hasta llegar a un callejón entre dos edificios antiguos.

(...)
No fue hasta el momento que vio que la mujer de negro llevaba el brazalete que entendió que tipo de juego tendrían. Y estaba lo suficientemente molesto para no jugarlo como lo haría el Original.

—Maldita sea

Daría un salto en dirección hacia el filo del edificio y después se lanzó en picada hacia ella. No podía creer que había bajado la guardia y ahora tenía que ser parte de este tonto juego. Tal vez le daría una lección para que entendiera que con él no se jugaba.
FeliciaHardy1569815 · 31-35, F
A mí me parece que sí —ya había saltado unos metros lejos del arácnido, quedando al borde del edificio cuando le mostró el brazalete, balanceándolo divertida de un lado a otro para provocarlo, calculando los pasos que daba hacia atrás, hasta que no hubo más superficie donde apoyar sus talones. La gata besó su palma libre y le sopló un beso en el aire al arácnido, antes de dejarse caer de espaldas hacia el vacío. Porque extrañaba ese juego de persecución, la adrenalina, pero sobre todo, se había aburrido de los "tipos buenos".
FeliciaHardy1569815 · 31-35, F
¿Por qué tan desconfiado? —inquiere con cínico sarcasmo, sin perder ojo en cada detalle de ese traje. Le llama la atención el tamaño del arácnido; este no es tan 'liviano', es más robusto. Tiene un porte fascinante, cada vez lo acecha de más cerca—. Dueña de la noche, dueña de la ciudad... —murmura con falsa modestia—. Dijiste mi nombre hace un rato, dime quién eres y dejaremos de ser extraños —hizo chasquear su lengua, y al ser tomada por la muñeca sonríe con satisfacción, mirando primero a sus manos y luego asciende la mirada hacia los grandes y oscuros ojos de aquella máscara que la hizo morderse el labio inferior.

Le quedó mirando por un buen rato. Había notado un dispositivo muy llamativo en la muñeca ajena, una especie de brazalete delgado que se las ingenió para quitarle antes de quitarle la mano de encima de un forcejeo.

(...)
—Claramente tienes un grado de amabilidad. O diría ser amigable para conseguir algo a cambio. La pregunta es..._ Miraba como ella lo tratab de arrinconar como presa. A diferencia de sus predecesores, él no contaba con el sentido así que debía estar más atento a lo que haría. Pronto la suposición fue correcta por lo que suspiró un poco. Claramente la seducción podría ser uno de sus problemas.

—La pregunta era. Creo que tus intenciones son muy obvias. ¿Pero es bueno intentar con un extraño? Qué digo...suena a algo que haría una gata dueña de la noche.

Sintió ese rasguño para luego girarse para tomar la muñeca ajena y así evitar siguiera con ello.

—¿Y este juego crees que lo vas a ganar? Yo no soy un tipo bueno. Yo no soy tan caballero.
FeliciaHardy1569815 · 31-35, F
No todo tiene que ser amigable —rió para sí luego de escuchar esa voz grave. Claramente no eran el mismo, lo sabría aunque no hubiera visto parte de aquél rostro de piel trigueña—. De hecho podría ser algo más... —entrecerró su mirada, fingiéndose pensativa. Pero sus labios sonreían con cierta perversión, y sus garras afiladas empezó a tamborilear sobre el metal de la baranda—. Carnal.

Lo último ya no fue una insinuación. Pero al cubrirse el rostro tan súbitamente, la gata ladrona volvió al piso de un salto.

Me gustan los juegos —volvió a reír. No era tonta, debía seguir tanteándolo y fue por ello que se mantuvo a un metro de distancia del arácnido, caminando en círculos a su alrededor, acentuando sus curvas peligrosas entre pronunciados contoneos de caderas—. Porque yo nunca juego para perder —se acercó casi fugazmente para susurrarle al oído, a su vez que le rozó la espalda baja con una garra.
Aclaró su garganta un poco para que la mujer entendiera lo inapropiada de la situación. No sabía si era su forma de ser o si de verdad tenía un interés por cada Araña que se encontraba en Manhattan pero claramente ella intentaba extender una red de telarañas. Desafortunadamente, ella trataba con alguien que bien estaba acostumbrado a caminar entre ellas.

O eso era lo que pensaba él, pues el momento que ella apretó el botón para desaparecer su máscara fue cuando un leve tono carmín (de obvia indignación) marcó su rostro. Fue el comentario el que le hizo pensar dos veces e incluso tensar los dedos hasta que las garras se hicieron notorias.

—Me imagino que el original tenía que lidiar con este tipo de juegos. Yo no soy tan amigable. Así que, por favor...

Y presionó el traje para que volviera a cubrir su rostro.

—...No juegues un juego que no te gustará, gatita.

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